Más aún, en el cuerpo de la entrevista, el líder cubano decía: “fueron momentos de gran injusticia ¡de gran injusticia! La haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros… Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios”. Y más adelante reafirma: “si alguien es responsable, soy yo”.
No puedo negar que me emocionó leerlo. El líder de la Revolución cubana hablando alto y claro sobre un tema que ha sido, y sigue siendo en gran medida, un tabú para muchos… más que eso: reafirmando que la homofobia es un error y, de forma notable, llamando la atención para superarla.
Debo reconocer que mi primera pregunta fue si Fidel, desde su influyente espacio, se estaría sumando a la campaña por el respeto a la libre y responsable orientación sexual e identidad de género y a las jornadas contra la homofobia que el CENESEX y muchas otras instituciones y organizaciones del país están realizando desde hace varios años. De seguro que fuera una incorporación muy significativa.
Sin embargo, no es la primera vez que Fidel habla sobre estos temas. En fecha tan temprana como 1992, en la entrevista que le hiciera Tomás Borge en el libro “Un grano de maíz”, Fidel decía: “esa cosa machista influyó también en un enfoque que se tenía hacia el homosexualismo. Yo, personalmente –tu me estás preguntando mi opinión personal-, no padezco de ese tipo de fobia contra los homosexuales (…) Esto muchas veces se convierte en una tragedia, porque hay que ver cómo piensan los padres… y uno no puede sentir sino pena porque una situación de esas ocurra y se convierta también en una tragedia para el individuo”.
Y reafirmaba: “No veo el homosexualismo como un fenómeno de degeneración, sino lo veo de otra forma. El enfoque que he tenido es de otro tipo: un enfoque más racional, considerándolo como tendencias y cosas naturales del ser humano que, sencillamente, hay que respetar (…) y soy absolutamente opuesto a toda forma de represión, de desprecio, de menosprecio o discriminación con relación a los homosexuales”.
Más tarde, en 2006, durante las conversaciones con Ignacio Ramonet que aparecieron en el libro “Cien horas con Fidel”, el Comandante decía: “Con relación a los homosexuales había fuertes [prejuicios]… la parte de responsabilidad que me corresponda la asumo… Yo tenía opiniones, y más bien me oponía y me había opuesto siempre a cualquier abuso, a cualquier discriminación, porque en aquella sociedad había muchos prejuicios. Ciertamente los homosexuales eran víctimas de discriminación”.
No creo que el Comandante sea “el responsable” de un problema social tan complejo, que tiene profundas raíces en la cultura que hemos heredado. Pero el mensaje de hoy, aunque no resuelve el problema, es una importante contribución en el debate general que se está dando en estos temas, en momentos que la homofobia en el país ha comenzado a tener mayores cuestionamientos públicos.
Sus palabras reflejan la lógica evolución en el pensamiento de un hombre de inicios del siglo XX, que ha sido capaz de superar los prejuicios de la educación de esa época y reconocer los errores cometidos contra las llamadas “minorías sexuales”. Su valiente declaración es, sin dudas, un estímulo para las viejas y las nuevas generaciones de cubanos, contra aquellos que siguen reproduciendo los estereotipos de una sociedad machista y homófoba.
Lo que me parece más significativo es la renovación de un mensaje para todas y todos a favor de superar estos arcaicos conceptos. Es predicar con el ejemplo, desde su estatura de líder histórico de un proceso humanista y revolucionario, para hacer justicia y no repetir amargas experiencias que están muy lejos de favorecer a esta obra perfectible que estamos construyendo.
Me senté a ver la emisión estelar del Noticiero de la Televisión Cubana esta noche… sin embargo, ni una palabra se mencionó al respecto. El silencio también es homofobia. Tal vez esa sea la mejor muestra de que habrá que seguir insistiendo en el camino de educar a toda la sociedad para superar sus prejuicios y evitar que se sigan repitiendo, por desconocimiento, las tragedias a las que hacía referencia el Comandante.