La tercera edición del Diccionario Básico Escolar, publicado por la Editorial Oriente y el Centro de Lingüística Aplicada de Santiago de Cuba, ha sido anunciada con entusiasmo por los medios de prensa como uno de los libros más esperados en la recién clausurada XXI Feria Internacional del Libro Cuba 2012.
Sin embargo, para mi sorpresa, entre sus 10 600 palabras no se encuentra el término “sexualidad” y, mucho menos, “heterosexualidad”, “homosexualidad”, “bisexualidad”. Al parecer, nuestros jóvenes y adolescentes – y nuestra población en general – no deben conocer el significado de estas palabras.
El silencio no es educación sexual. En realidad, el silencio es lo opuesto a la educación, sea cual fuere, y es violatorio del derecho a la información basada en el conocimiento científico, uno de los derechos sexuales reconocidos por la Asociación Mundial de Salud Sexual (WAS). El silencio también es violencia, al arrebatar a las personas su derecho de saber.
La palabra “sexual” aparece: “relacionado con el sexo” y agrega: “las relaciones sexuales tempranas no son convenientes”. Como si fuera poco, adiciona otro significado desconcertante: “educación sexual: Enseñanza sobre el sexo que se ofrece, fundamentalmente, a los jóvenes” (el destacado es mío).
No me sorprendió entonces que “mojigato” m “pacato” o “mojigatería” tampoco aparecieran en el Diccionario.
La educación sexual no es la enseñanza sobre el sexo, sino sobre la sexualidad, que va mucho más allá que la mera cuestión biológica e incluye las relaciones humanas, la vinculación social, la diversidad sexual, los roles de género… y tantos otros factores. Además, no sería adecuado circunscribirla a los jóvenes, pues la vida entera – desde nuestro nacimiento hasta la vejez – es un permanente aprendizaje sobre sexualidad ¿nuestras niñas y niños no tienen derecho a la educación sexual? ¿o acaso no cuenta la sexualidad de las personas en la tercera edad?
Es lamentable que se pierda una oportunidad tan favorable, como es este libro buscado por muchas personas, para educar a la población sobre un tema tan importante y de tanto interés para todas y todos. Semejante tratamiento es más lamentable cuando desde 1975, en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, se estableció la educación sexual como política de Estado y desde 1996 se instituyó este programa en el sistema educacional del país.
Un ejemplo diferente, por suerte, se puede apreciar en la enciclopedia cubana en la intranet “EcuRed” – a la que jóvenes y adolescentes pueden tener acceso a través de la red educativa en sus escuelas y los Joven Club – tiene una amplia explicación de todos esos términos que, no sin inexactitudes, puede dar un acercamiento más informativo a estos temas.
Entonces habrá que buscar una computadora con conexión a la red, y no el Diccionario Básico Escolar, para aprender de sexualidad en las escuelas.