Un abarrotado Salón de Mayo y sus alrededores, en el
céntrico Pabellón Cuba, fue testigo de la presentación del último libro de
Alfredo… sin Alfredo.
Viejos amigos y, sobre todo, muchos jóvenes se unieron a él en su último acto de conspiración revolucionaria, para descubrir –una vez más– el “misterio” de la fácil comunicación que podía lograr con los jóvenes: «Dialogar, dialogar» (todavía recuerdo con tristeza la ojeriza que provocó esa palabra en ciertos delegados -y una delegada- durante la Conferencia del Partido, cuando se hablaba de trabajo político ideológico con la juventud).
Y, por si a alguien le quedaba dudas, insistió con el subtítulo: «Escuchar, enseñar, afirmar, aprender», para introducir una docena de temas fundamentales del proyecto revolucionario cubano en el presente y en el futuro.
Basta una ojeada a sus epígrafes para comprender su legado:
1. Dialogar, dialogar.
2. Nos hace revolucionarios aceptar la responsabilidad de un proceso que [los jóvenes] terminarán
3. No podemos defender la diversidad y olvidarnos de que cada ser humano es diferente
4. El disparate y el acto heroico de la improvisación
5. Defender causas es el verdadero periodismo
6. Mi generación está obligada a generar transformaciones que abran el camino a los jóvenes
7. Soy un profesional de la esperanza
8. Fundar es nuestra tarea
9. La incultura no puede ser la base del marxismo
10. Los jóvenes son el potencial de renovación espiritual, de refundación moral
11. Todas mis esperanzas están en la desestatización y la desburocratización de la sociedad cubana
12. Que no sea tragedia que unos piensen de un modo y otros piensen de otro
Viejos amigos y, sobre todo, muchos jóvenes se unieron a él en su último acto de conspiración revolucionaria, para descubrir –una vez más– el “misterio” de la fácil comunicación que podía lograr con los jóvenes: «Dialogar, dialogar» (todavía recuerdo con tristeza la ojeriza que provocó esa palabra en ciertos delegados -y una delegada- durante la Conferencia del Partido, cuando se hablaba de trabajo político ideológico con la juventud).
Y, por si a alguien le quedaba dudas, insistió con el subtítulo: «Escuchar, enseñar, afirmar, aprender», para introducir una docena de temas fundamentales del proyecto revolucionario cubano en el presente y en el futuro.
Basta una ojeada a sus epígrafes para comprender su legado:
1. Dialogar, dialogar.
2. Nos hace revolucionarios aceptar la responsabilidad de un proceso que [los jóvenes] terminarán
3. No podemos defender la diversidad y olvidarnos de que cada ser humano es diferente
4. El disparate y el acto heroico de la improvisación
5. Defender causas es el verdadero periodismo
6. Mi generación está obligada a generar transformaciones que abran el camino a los jóvenes
7. Soy un profesional de la esperanza
8. Fundar es nuestra tarea
9. La incultura no puede ser la base del marxismo
10. Los jóvenes son el potencial de renovación espiritual, de refundación moral
11. Todas mis esperanzas están en la desestatización y la desburocratización de la sociedad cubana
12. Que no sea tragedia que unos piensen de un modo y otros piensen de otro
¡Toda una declaración de guerra!
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