jueves, 25 de octubre de 2018

A debate en el Caracol las controversias y los desafíos de la comunicación pública en Cuba


El programa del Concurso Caracol, que este año arriba a su aniversario 40, se inició en la mañana del miércoles 24 de octubre en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC con la conferencia magistral "La comunicación pública en Cuba: controversias y desafíos", impartida por el Dr. Raúl Garcés, Decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana.
Se encontraban presentes el vicepresidente primero de la UNEAC, Luis Morlote; el presidente del ICRT, Alfonso Noya, y un numeroso grupo de periodistas, críticos, guionistas, presentadores y artistas, desde muy conocidos hasta los más jóvenes.
Rosalía Arnáez, presidenta de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la UNEAC —a cargo de la organización del evento—, al hacer la introducción del programa indicó el interés de polemizar sobre el impacto de los medios en la sociedad cubana, justo en un día de celebraciones para la televisión cubana, pues el 24 de octubre de 1950 fue la fecha de inicio de ese medio en nuestro país.
Garcés agradeció la invitación a compartir en ese entorno "un grupo de dudas" que tiene sobre el tema y su visión de los retos para la comunicación en nuestro país, resaltando desde el inicio las oportunidades que tiene Cuba para avanzar en los cambios, sobre todo a partir de que la conceptualización de nuestro modelo reconoce a la comunicación como un "recurso estratégico" en manos de la dirección del estado, sus instituciones y empresas, al servicio de la participación, el debate público y el desarrollo. Igualmente destaca al intercambio de ideas y a las estrategias de comunicación como elementos esenciales para contribuir a la modificación de concepciones y prácticas obsoletas o inmovilistas, las que se presentan como el principal obstáculo para ese cambio de mentalidad al que estamos llamados a todos los niveles.
No quiso pasar por alto los riesgos que implican estos cambios y la necesidad de aprender a articular un poder simbólico fuerte, en el que la "corresponsabilidad" tiene que identificarse como un concepto fundamental, pues las políticas de información no pueden estar en compartimentos estancos y deben desarrollarse como procesos articulados entre todos los elementos que lo componen, desde la altura del liderazgo hasta la ciudadanía.
Identificó tres grandes "tensiones" en el sistema comunicacional de cuya evolución y manera en que sepamos resolver dependerá el éxito que podamos lograr, siempre pasando por un debate social a nivel del gremio profesional.
La primera está relacionada con la concepción "instrumental" de la comunicación —utilizarla como un "apagafuegos" para resolver los problemas a última hora— frente a una concepción como recurso estratégico y transversal al desarrollo. En este aspecto resaltó que la estrategia comunicativa no puede ser a corto plazo y el establecimiento de una agenda pública no funciona con una perspectiva simple, sino teniendo en cuenta los múltiples factores de los que depende y en todos los formatos posibles.
La segunda "tensión" está marcada entre la anticuada concepción excesivamente "mediocéntrica" —dependiendo sólo de los medios tradicionales— frente a una visión reticular, que es propia de la sociedad en red que se desarrolla a nivel mundial. En este tema resaltó que el crecimiento de penetración en la red se ha dado a pasos agigantados en los últimos años, incluso sin depender del desarrollo económico de los países. Esto incluye a Cuba, que en la actualidad es un país mucho más conectado que hace pocos años, a pesar de las quejas que podamos tener por nuestros servicios. Sin embargo, la pregunta es: ¿conectarnos para qué?
Para responderla, se debe pensar en la necesidad de lograr el mayor acceso social posible y garantizar las condiciones para adquirir el conocimiento, además que no basta con tener niveles de conexión cada vez mayores cuando no se tienen claros los conceptos y las estrategias de nuestros líderes de opinión y un proyecto de conexión con el capital humano que se base en las tecnologías, sin trivializar el discurso público.
La tercera de las "tensiones" que identificó se encuentra entre el sistema de medios estatales y un sistema de medios públicos que sea capaz de articular la comunicación en diferentes soportes y formatos. Esta contradicción se percibe como el enfoque centralizador y vertical frente al concepto radial, coordinado y de forma participativa. Para ello señaló como necesaria una ley de comunicación, que regule la importante tarea de establecer las formas de implementar las políticas, y la necesidad de gestionar nuestros problemas de forma transparente, sin temor a la fiscalización de la ciudadanía y sin que el síndrome del secretismo acabe con las buenas intenciones.
Entre los desafíos más importantes indicó la necesidad de lograr una gestión más eficaz de la institucionalidad comunicativa, que trascienda lo estatal para llegar a lo público, sobre la base de un eficiente gobierno electrónico; la compresión de una administración pública actualizada, que se enfoque a una gestión participativa, y garantizar la existencia de una esfera pública que tenga mayor capacidad para representar la diversidad social y conectar las propuestas de los diferentes grupos, que incluya la toma de decisiones a todos los niveles.
La periodista y escritora Soledad Cruz, quien condujo el debate posterior, agradeció la conferencia de Garcés, pues sus palabras siempre fomentan el debate con el que se trata de enriquecer el Concurso Caracol cada año. Durante el amplio intercambio con el público surgieron otros temas igual de importantes y polémicos, como la utilidad de estudiar la experiencia internacional en estos asuntos, sin demonizaciones ni copiar modelos; la necesidad de transmitir nuestros mensajes de forma atractiva, adaptándonos a las características y los lenguajes de cada medio, pareciéndonos a nosotros mismos; la intervención de la crítica especializada en nuestros medios; la necesidad de reflejar francamente nuestras realidades, la autorregulación y la denuncia pública, junto al seguimiento judicial correspondiente; la apertura de las fuentes de información, frente al concepto de "plaza sitiada"; el futuro de los estudiantes de comunicación y su formación ante las nuevas tecnologías; la fundación de un modelo de comunicación socialista, que se convierta en una alternativa viable y eficiente; y, ante las preocupaciones expresadas, la necesidad de resolver un proyecto de país entre todos que se conecte con los proyectos individuales y en el que la población se sienta participante y protagonista en un espacio de libertad.    

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