Los primeros meses de este año, la Sección de Literatura
Histórico-Social de la Asociación de Escritores de la UNEAC en su
tradicional tertulia (los terceros jueves de cada mes) se dedicó a
presentar y poner a debate los capítulos de una serie documental
realizada por el ICAIC bajo el nombre de Cuba Roja.
Aunque su nombre no diga mucho -digo, mucho más de lo que sabemos- el
audiovisual hace un recorrido por las primeras décadas de la Revolución
cubana y, a pesar de que se refiere a la historia conocida, hace
incapié en aquellos pasajes que se conocen poco, de contradicciones
internas, que no están recogidos en los libros de historia de nuestras
escuelas y que, en gran medida, a veces se hace difícil explorar.
Lo lamentable fue que tal vez por su problema en el título y la falta
de una adecuada promoción, no asistieron jóvenes a estos debates pues
tal vez el más joven del auditorio era yo, que ya casi llego a la media
rueda. Sin embargo, debo confesar que fue un privilegio poder escuchar
de primera mano a legendarios académicos e investigadores cubanos allí
presentes que, con total libertad, hablaron de momentos escabrosos de la
historia patria en sus últimos 50 años que no debemos olvidar.
A continuación reproduzco las dos crónicas que realicé en marzo y
abril sobre estos encuentros para el sitio web de la UNEAC que, por
problemas técnicos, ha salido del ciberespacio.
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Capítulo 2 de «Cuba Roja»: continúa el debate
En la tarde del jueves 19 de marzo continuó el debate de la tradicional Tertulia Histórico-Social,
que organiza la Asociación de Escritores los terceros jueves de cada
mes, con la presentación del segundo capítulo del documental de Ismael
Perdomo titulado Cuba Roja.
En esa ocasión se presentaba al público una reflexión muy aguda sobre
algunos episodios de la historia revolucionaria cubana de los convulsos
años 60, entre ellos: el éxodo de Camarioca y el puente aéreo de
Varadero, la Operación Peter Pan, las críticas del Ché al socialismo
europeo, las incidencias del sectarismo y la microfracción en la
ideología revolucionaria –incluyendo el papel del Partido Socialista
Popular (PSP) y el Directorio Revolucionario en esos años–, las Unidades
Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), la Segunda Ley de Reforma
Agraria y la llamada “Ofensiva Revolucionaria”, el impacto de la
“Primavera de Praga” de 1968 en Cuba y la zafra de los 10 millones.
Para ello el documental contó con los valiosos testimonios de varios
de sus protagonistas, participantes o investigadores, como Ramón Sánchez
Parodi, Ambrosio Fornet, Eusebio Leal, Antonio Aja, Orlando Borrego,
Juan Valdés Paz, Aurelio Alonso, Raúl Suárez, María Elena Solé, Felipe
Guerra Matos, Elíades Acosta, Oscar Fernández Mell, Víctor Fowler, Nuria
Reyes y Fernando Martínez Heredia.
Desde el auditorio, a partir de una primera intervención del General
(retirado) William Gálvez, se suscitó un intenso intercambio de
opiniones que puso de manifiesto la necesidad de profundizar en la
historia de la Revolución –con sus luces y sombras– y debatir sobre
aquellos temas poco conocidos, para complementar nuestros conocimientos,
conocer de dónde venimos y ganar claridad en el futuro.
Juan Nicolás Padrón destacó la audacia del documental al tratar temas
de la historia contemporánea que hasta el momento no han sido
analizados con amplitud por analistas y protagonistas, lo cual enriquece
la enseñanza de la historia –algo que aún se necesita en nuestras
escuelas– y nos hace más creíbles. “Cualquier aspecto de la historia
siempre tiene miradas diferentes”, recalcó para insistir en la
importancia de debatir abiertamente sobre todos los episodios de nuestro
pasado.
En ese mismo sentido Aurelio Alonso lamentó el nivel de ignorancia
que aún subsiste sobre nuestra historia en gran parte del pueblo cubano
que, paradójicamente, tiene un alto nivel educativo. Valoró el
documental como el más completo y audaz que ha visto sobre el tema,
porque “le pueden faltar cosas pero no le sobra ninguna”, y destacó que
demuestra la grandeza de la Revolución a través de la expresión clara de
su “problematicidad”, insistiendo en que esa es la forma que debe ser
contada la historia para que se pueda confiar en su verosimilitud.
José Luis Rodríguez resaltó que el documental no es una clase de
historia, ni pretende serlo, pues no puede tenerlo todo en 52 minutos
con un resumen tan escueto de una realidad tan compleja y diversa. Sin
embargo, valoró que aporta importantes elementos para entender la
historia desde una tónica no triunfalista, que ayuda a complementar una
visión más completa del proceso revolucionario.
Otras personas que intervinieron lamentaron la ausencia de jóvenes en
este tipo de convocatorias, llamando la atención sobre la falta de
interés que suscitan los temas históricos en ellos y la urgencia que
tenemos de hacerla creíble para las nuevas generaciones. También se
profundizó en el descrédito hacia su propia historia como una de las
causas del fracaso de la experiencia soviética y la complejidad de la
relación que tuvimos con la URSS, incluso en sus momentos de mayor
esplendor.
Además, se insistió en la necesidad de fomentar la cultura
democrática y del debate, el apremio que tenemos de realizar más
documentales como este y contar con el testimonio de los protagonistas
de los principales acontecimientos de la Revolución y la posibilidad de
contar con un canal de televisión dedicado a los temas históricos, donde
se pueda instruir de forma amplia a la población profundizando en sus
aciertos y también en sus errores.
El tercer y último capítulo de Cuba Roja –de los que ya se han concluido– se presentará en la próxima Tertulia de Literatura Histórico-Social,
el jueves 16 de abril a las 3:30 pm en la sala Rubén Martínez Villena
de la UNEAC, donde se pondrá analizan los acontecimientos de la
Revolución cubana en los años 70: “una década que, a pesar de sus
contradicciones, sentó las bases del modelo cubano actual”, según
plantea el propio documental.
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«Cuba Roja» a debate: estímulo para la historia
La habitual Tertulia de Literatura Histórico-Social, que
organiza la Asociación de Escritores en la sala Rubén Martínez Villena
de la UNEAC los terceros jueves de cada mes, se transformó en espacio de
debate sobre la historia de la Revolución cubana, específicamente sobre
los controvertidos años 70, en la tarde del pasado jueves 16 de abril.
La presentación del capítulo tercero de la serie Cuba Roja, el
último de los realizados hasta el momento por Ismael Perdomo – del
ICAIC –, fue el motivo para provocar un sustancioso debate entre los
investigadores e historiadores presentes sobre los tópicos tratados en
ese episodio, que – a decir del propio documental – sentaron las bases
del sistema cubano actual, entre otros: el proceso de
institucionalización, ratificado por el 1er Congreso del Partido en 1975
y la constitución del Poder Popular en 1976; el apoyo a los movimientos
de liberación nacional en el mundo y la misión internacionalista en
Angola; la llamada “sovietización” de la Revolución cubana, con la
entrada al CAME y la especialización que conllevó para la economía; los
dolorosos sucesos del llamado “Quinquenio Gris”, el dogmatismo y otros
males.
Uno de los elementos que generó contrapunteos en el debate fue el
relacionado con el término de “sovietización” en la sociedad cubana.
Para Luis Suárez esa consideración es una exageración –
independientemente de que se adoptaron algunos estilos del sistema
socialista de aquel momento – pues el sistema institucional cubano trató
en todo momento de mantener un elemento autóctono y, gracias a esa
alianza con la URSS, se logró una etapa de muchos beneficios.
Aurelio Alonso, por su parte, consideró que el análisis de cuánto se
sovietizó la sociedad cubana y cuánto se mantuvo lo autóctono es un
aspecto pendiente de estudio, en el cual aún no hemos tenido el valor de
profundizar. Destacó que en ese período comenzaron los gérmenes de la
desintegración del sistema socialista europeo en el plano económico –
con innegables repercusiones en el plano político – lo que
indudablemente tuvo su implicación en Cuba. Consideró que, en términos
reales, el modelo soviético no promovió una cultura política socialista
que sirviera de sostén al cambio radical que requería la sociedad, que
incluyera elementos tan importantes como la democracia y los poderes
populares.
Juan Valdés Paz llamó la atención en que la cuestión de la
“sovietización” no es tanto la imitación a la URSS sino que este país
promovía un modelo universal de socialismo en muchos aspectos, tanto en
lo económico, como político, institucional e ideológico. Valoró que ya
en los 60 existían profundos rasgos de ese modelo en Cuba y en los 70
existía una subjetividad favorable a ese modelo en nuestro país, a
partir de los problemas que se confrontaron con anterioridad. “Falta un
análisis profundo de los primeros años de los 70 y el estilo con que se
implantó el modelo”, aseguró, que fue la base de lo que se consagró en
1975 y 1976 y se ha seguido reproduciendo a través de los años.
Otras intervenciones se refirieron a lo positivo para Cuba de su
incorporación al CAME, por las oportunidades que brindó a la economía
cubana, a la par de ser un “puente” del campo socialista para América
Latina. Además, se señaló la difícil tarea de realizar un estudio
objetivo al respecto cuando aún no se ha hecho la historia del contexto
internacional adecuadamente, sobre todo de lo que sucedió en el
socialismo europeo que condujo a su desintegración.
En este tema Víctor Fowler propuso una mirada a la inversa, pues
estamos acostumbrados a repasar la historia desde una espiral ascendente
cuando el poder es frágil y debe estar continuamente renegociándose
para reafirmar su legitimidad. En tal sentido planteó que el estudio
debe hacerse son los elementos de fragilidad y de amenazas para el poder
de la Revolución cubana en cada etapa, con las medidas que se tomaron
en consecuencia.
En otro momento se profundizó en el contexto de los años 70, marcado
por dos fenómenos importantes: la primera crisis del petróleo en 1973,
que influyó decisivamente en los destinos del mundo, incluyendo el
sistema socialista en Europa; y el estancamiento del sistema político
soviético, a partir de los problemas de salud confrontados por Brezhnev.
Algunos se refirieron a las consecuencias de la caída del paradigma de
Cuba para determinadas fuerzas de izquierda en el mundo, como
consecuencia de aplicar el modelo soviético, y la idealización que
tuvieron los movimientos progresistas en algunos países con relación a
la Revolución cubana.
Elemento importante en el intercambio lo constituyó la necesidad de
construir una visión desde nosotros mismos de nuestra propia historia,
sobre todo ante el mal hábito de acostumbrarse a la perspectiva que nos
viene del Norte, quienes en muchas ocasiones tienen más oportunidades de
acceder a los documentos históricos y recursos. Varias intervenciones
insistieron en la falta de conocimiento y comprensión entre muchos
jóvenes del proceso histórico cubano, especialmente de los últimos 50
años, y las negativas consecuencias que ello tiene pues se hace difícil
defender lo que no se conoce.
En ese sentido, varios destacaron el aporte de Cuba Roja por su
invitación a mirar la historia de la Revolución con sus contradicciones,
desde una visión más ponderada – pues generalmente se va a los
extremos: o se sataniza o se glorifica –, sin cuya comprensión no
podremos avanzar en una valoración justa de lo que ha sido la
Revolución.
El realizador del documental, Ismael Perdomo, agradeció la presencia
de tantos reconocidos historiadores e investigadores y valoró que esta
acogida es una muestra de la necesidad de profundizar en el conocimiento
y estudio de la diversidad de la historia de la Revolución cubana.
Recalcó que el debate que se ha provocado es fruto de ese interés de
conocer sobre lo cual, desafortunadamente, no existen libros y fuentes
accesibles.
Valoró que la Revolución es parte de la «nación» – que es el concepto
más importante – y no todo puede ser expresado con conceptos
grandilocuentes, pues para el público es importante también conocer el
resto de las complejidades de la historia. Señaló que para ellos era
importante debatir esta época y lo presentan como una historia
inacabada, para que sea complementada con lo que otros expertos en el
tema puedan aportar.
Ivette García, Presidenta de la Sección de Literatura
Histórico-Social, informó que con las proyecciones de los capítulos
realizados hasta el momento del documental Cuba Roja, además de
provocar el intercambio entre miembros de la Sección y otros invitados,
se ha pretendido estimular a historiadores e investigadores para que
participen en el proyecto de antología de la historia de la Revolución
cubana que se han propuesto realizar para este año, en un grupo que
coordina Luis Suárez y por el cual están llamando a presentar las
propuestas hasta el próximo 30 de abril.
Se conoció que en el mes de mayo se organizarán dos sesiones de la Sección: una dedicada al proyecto La Habana Criolla,
que dirige Lohania Aruca, para la tarde del lunes 11 de mayo; y la otra
dedicada a homenajear a prestigiosos miembros de la Sección que han
recibido importantes reconocimientos en los últimos meses: Juan Valdés
Paz, Oscar Zanetti y Armando Cristóbal, durante el encuentro habitual de
la Tertulia el jueves 21 de mayo.
Además, se informó sobre la creación – después de mucho batallar – de la revista El historiador,
revista cubana de historia auspiciada por la Unión de Historiadores y
otras instituciones relacionadas con el tema en el país, como el
Instituto de Historia, el Centro de Estudios Martianos y otras. Con
frecuencia trimestral, su primer número saldrá en mayo y estará dedicada
a José Martí, en lo que se espera se convierta en un espacio de
artículos, reseñas, diálogo y debate sobre asuntos históricos.
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