Lina de Feria está de cumpleaños. El 8 de agosto llegó a sus 70 años en la plenitud de su creación literaria y el proyecto Poetas por la paz
– de la mano de la poetisa Irasema Cruz – le organizó un homenaje la
tarde del lunes 17 de agosto en la sala Rubén Martínez Villena de la
UNEAC, en coordinación con la Asociación de Escritores de esa
organización.
Las palabras de
elogio corrieron a cargo del destacado intelectual, maestro y poeta
Roberto Manzano, quien la alabó como “una de las creadoras poéticas – en
término genérico – de mayor talento de la cultura nacional en el ámbito
literario después de 1959”. Resaltó que en Cuba “la poesía no descansa,
pues siempre hay poetas de primera magnitud,” y el caso de Lina
despunta con una “trayectoria sobreabundante de búsquedas y hallazgos”
que la colocan entre los primeros lugares de la poesía cubana de dos
siglos: finales del XX y principios del XXI.
Siendo aún muy joven, con sus 23 años, en 1968 publicó con Ediciones UNION su primer poemario titulado Casa que no existía – ganadora del Premio David
fundacional el año anterior, compartido con Luis Rogelio Nogueras – que
significó una ruptura con la literatura del momento, marcada por el
realismo. “Con sus versos se salvó la continuidad de la poesía íntima
cubana”, valoró, al estar cargada de experiencias personales y
presentando una obra llena de lecciones de humanidad y universalidad,
volcada hacia la intimidad.
Al
destacar esa actitud creativa – caracterizada por su fidelidad a la
poesía como “compañera del alma”, al decir de José Martí – consideró que
Lina de Feria fue una de las poetisas cubanas que tempranamente brindó
una obra bien estructurada, a partir de una “construcción subjetiva del
mundo muy bien perfilada, para expresar toda la angustia de su alma”.
Resaltó
la atención a la forma como importante elemento de su creación
artística, yendo “de lo narrativo a lo puramente lírico con una fluidez
extraordinaria” y manejando un valioso trabajo del símbolo, que se mueve
de lo cubano a lo asociativo natural. Valoró que su obra “no es una
alienación de estados de ánimo, sino una reflexión sobre la subjetividad
humana” y la calificó de una gran artista – en la cúspide del
coloquialismo existencial – con méritos suficientes para que le sea
otorgado el Premio Nacional de Literatura, lo que fue acogido con gran
entusiasmo por el público asistente.
Lina
agradeció el homenaje, que calificó como un “golpe de ternura”, y
comentó sus recuerdos de infancia más temprana, siempre relacionados con
la literatura, para culminar reafirmando: “Yo nací para escribir”.
Indicó que toda la vida ha leído sin parar, buscando siempre refugio en
la belleza y tratando de encontrar la unidad sonora, con un desmedido
afán por la perfección que le ha dañado “porque no somos perfectos”.
“No quiero dejar de escribir”, reafirmó, y destacó que en el año de su 70 aniversario ya ha publicado 5 libros.
Con
el poeta y performer Sinecio Verdecia y la actuación del grupo de
teatro Buscón se inició el homenaje que le ofrecieron varios de los
escritores y artistas presentes. Se incluyó la lectura de poemas – casi
todos inéditos – de Luisa Oneida Landín, Ramón Elías Lafita, Thais
Vallenillas, Pierre Bernet, María Teresa Falcón y Pedro López Cerviño.
El Presidente de la Sección de Poesía de la Asociación de Escritores,
Alberto Marrero, culminó estas lecturas y la colmó de cariño –
expresando el sentir de sus colegas poetas – al decir que: “todos
tenemos un pedacito de Lina dentro”.
Lina de Feria
nació en Santiago de Cuba el 8 de agosto de 1945 y se graduó de
Filología en la Universidad de La Habana en 1976. Recibió en cuatro
ocasiones el Premio Nacional de la Crítica (1991, 1996, 1997 y 1998),
ganó el Premio Nicolás Guillen en 2008 por su libro Ante la pérdida del Safari a la jungla y se le otorgó la Orden de la Cultura Nacional por el Ministerio de Cultura en 2003.
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