Por: Alberto Roque Guerra
jueves, 9 de marzo de 2017
Hoy, cuando pasado el Día Internacional de la Mujer, se reproducen los silencios en relación a las féminas en la mayoría de los espacios y contextos, quiero referirme a la ideología de género.
El término en cuestión, enarbolado por la Iglesia Católica Apostólica y Romana, se refiere a los principios ideológicos que inspiran las luchas de los movimientos de derechos humanos feministas y de las personas trans.
El Estado Vaticano y sus dispositivos de poder bien engrasados pretenden asirse con la peregrina idea de que la dominación masculina es parte de una Ley moral natural. Es decir, las bases del patriarcado y toda su carga maligna, violenta y excluyente no es ideología, es natural, inamovible y justifica los crímenes pretéritos y presentes contra las mujeres.
En tiempos pasados, ellas no tenían almas y eran consideradas brujas, categoría específica para denominar y condenar su herejía, ahora son negadas y demonizadas cuando transgreden ese orden «natural», que descaradamente pretenden presentarlo como desideologizado.
El aborto y la transexualidad son las zonas más delimitadas como blancos de la ideología de género patriarcal. Son temas recurrentes y obsesivos sobre los cuales se construyen nuevos regímenes de verdad.
El tema del aborto ocupó recientemente algunos espacios noticiosos, cuando la rapera cubana Danay Suárez recibiera el premio especial Gaviota en el Festival de Viña del Mar de Chile. Además de cambiar la letra de su canción (por el que sería automáticamente descalificada) amplió su posición en contra del aborto durante sus palabras de agradecimiento.
Suárez tiene todo el derecho a expresar su opinión y aunque ha nacido y crecido en un país donde el aborto es legal y se garantizan los derechos reproductivos de las mujeres cisgénero (no transgénero) heterosexuales, fue laureada extraordinariamente desde basamentos patriarcales y conservadores. Si esto no es ideología que alguien me explique la excepcionalidad de este premio y por qué en Chile y en la mayoría de los Estados que se autoproclaman laicos en la región el aborto sigue siendo ilegal.
Aunque el periódico Granma y algunos sitios digitales se pronunciaron favorablemente sobre el premio a la cantante cubana, no hicieron mención a sus palabras. Quiero pensar que no lo sabían, que fueron superficiales, pero ahora que lo saben me preocupa profundamente: la rapera Danay Suárez no está sola en Cuba, las posiciones Pro Vida (antiaborto) son más frecuentes de lo que creemos y están en todos los niveles del tejido social cubano.
Resulta llamativo que exista todo un marco conceptual desde la Bioética personalista (estandarte de la ideología cristiana, fundamentalmente católica) que considera el comienzo de la vida humana desde la concepción y en consecuencia al aborto terapéutico como moralmente inaceptable. Dicho enfoque es muy fuerte en América Latina.
Hablando de silencios y omisiones cómplices es necesario destacar que los opositores a la llamada ideología de género a nivel global y local hacen mutis en relación a las muertes maternas durante el embarazo y al parto y no está clara su posición ética sobre aquellas que son víctimas de la violencia machista.
Aunque hasta el mismísimo Papa Francisco y la Bioética personalista muestran preocupaciones serias y profundas en cuanto a la conservación de la vida y el medio ambiente, jamás se refieren al papel de la ideología de género patriarcal en la depredación ambiental, tal y como lo plantea el ecofeminismo y sus diferentes corrientes.
Que nadie lo dude, la lucha por la equidad y los derechos de las mujeres es ideológica. Las féminas son más que una clase social y debe desarraigarse de la academia, de la cultura y de la política de todos los atributos y roles que impliquen su subordinación natural al patriarcado.
Cuando digo mujeres se hace extensivo a las mujeres migrantes, a las mujeres de piel negra, a las mujeres transexuales, a las mujeres lesbianas, a las que se resisten fluidamente a las asignaciones culturales dominantes de lo femenino, a las trabajadoras sexuales y también a los hombres. Porque no habrá equidad de género si no se producen cambios profundos y radicales en todos los seres humanos.
Más que flores y homenajes sindicales y mediáticos formales a las mujeres por el 8 de marzo, se requiere de cambios en el plano de las ideas. [Santos Suárez, 9 de marzo de 2017].
El término en cuestión, enarbolado por la Iglesia Católica Apostólica y Romana, se refiere a los principios ideológicos que inspiran las luchas de los movimientos de derechos humanos feministas y de las personas trans.
El Estado Vaticano y sus dispositivos de poder bien engrasados pretenden asirse con la peregrina idea de que la dominación masculina es parte de una Ley moral natural. Es decir, las bases del patriarcado y toda su carga maligna, violenta y excluyente no es ideología, es natural, inamovible y justifica los crímenes pretéritos y presentes contra las mujeres.
En tiempos pasados, ellas no tenían almas y eran consideradas brujas, categoría específica para denominar y condenar su herejía, ahora son negadas y demonizadas cuando transgreden ese orden «natural», que descaradamente pretenden presentarlo como desideologizado.
El aborto y la transexualidad son las zonas más delimitadas como blancos de la ideología de género patriarcal. Son temas recurrentes y obsesivos sobre los cuales se construyen nuevos regímenes de verdad.
El tema del aborto ocupó recientemente algunos espacios noticiosos, cuando la rapera cubana Danay Suárez recibiera el premio especial Gaviota en el Festival de Viña del Mar de Chile. Además de cambiar la letra de su canción (por el que sería automáticamente descalificada) amplió su posición en contra del aborto durante sus palabras de agradecimiento.
Suárez tiene todo el derecho a expresar su opinión y aunque ha nacido y crecido en un país donde el aborto es legal y se garantizan los derechos reproductivos de las mujeres cisgénero (no transgénero) heterosexuales, fue laureada extraordinariamente desde basamentos patriarcales y conservadores. Si esto no es ideología que alguien me explique la excepcionalidad de este premio y por qué en Chile y en la mayoría de los Estados que se autoproclaman laicos en la región el aborto sigue siendo ilegal.
Aunque el periódico Granma y algunos sitios digitales se pronunciaron favorablemente sobre el premio a la cantante cubana, no hicieron mención a sus palabras. Quiero pensar que no lo sabían, que fueron superficiales, pero ahora que lo saben me preocupa profundamente: la rapera Danay Suárez no está sola en Cuba, las posiciones Pro Vida (antiaborto) son más frecuentes de lo que creemos y están en todos los niveles del tejido social cubano.
Resulta llamativo que exista todo un marco conceptual desde la Bioética personalista (estandarte de la ideología cristiana, fundamentalmente católica) que considera el comienzo de la vida humana desde la concepción y en consecuencia al aborto terapéutico como moralmente inaceptable. Dicho enfoque es muy fuerte en América Latina.
Hablando de silencios y omisiones cómplices es necesario destacar que los opositores a la llamada ideología de género a nivel global y local hacen mutis en relación a las muertes maternas durante el embarazo y al parto y no está clara su posición ética sobre aquellas que son víctimas de la violencia machista.
Aunque hasta el mismísimo Papa Francisco y la Bioética personalista muestran preocupaciones serias y profundas en cuanto a la conservación de la vida y el medio ambiente, jamás se refieren al papel de la ideología de género patriarcal en la depredación ambiental, tal y como lo plantea el ecofeminismo y sus diferentes corrientes.
Que nadie lo dude, la lucha por la equidad y los derechos de las mujeres es ideológica. Las féminas son más que una clase social y debe desarraigarse de la academia, de la cultura y de la política de todos los atributos y roles que impliquen su subordinación natural al patriarcado.
Cuando digo mujeres se hace extensivo a las mujeres migrantes, a las mujeres de piel negra, a las mujeres transexuales, a las mujeres lesbianas, a las que se resisten fluidamente a las asignaciones culturales dominantes de lo femenino, a las trabajadoras sexuales y también a los hombres. Porque no habrá equidad de género si no se producen cambios profundos y radicales en todos los seres humanos.
Más que flores y homenajes sindicales y mediáticos formales a las mujeres por el 8 de marzo, se requiere de cambios en el plano de las ideas. [Santos Suárez, 9 de marzo de 2017].
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