viernes, 4 de diciembre de 2015

Un pasito pa’lante, María…

Un personaje "humorístico" de estos tiempos está de moda por estos días: Ruperto, el del programa Vivir del cuento… ese que "avanza" de forma peculiar, con un pasito pa'lante y uno para atrás – o dos – como la María de la canción.
Después de la apertura que significó la reforma migratoria de hace un par de años en Cuba, vuelven los fantasmas del pasado y se imponen nuevamente las restricciones a la salida para los médicos – la demonizada "carta blanca" o "permiso de salida" – en una acción encaminada a tratar de detener el éxodo de especialistas en el importante sector de la salud.
Hay tres elementos llamativos en este tema que no se pueden evadir:
  1. Las difíciles condiciones de trabajo y de vida en el sector de la salud. A las escaseces de recursos en hospitales y policlínicos – por las tantas razones que se pueden enumerar –  y las limitadas inversiones aprobadas para mejorar sus instalaciones se le suman los insuficientes incrementos salariales a los médicos, que no llegan a satisfacer sus necesidades y expectativas.
  2. El programa de desestabilización al sistema de salud cubano desde Miami. Al tradicional "robo de cerebros" que se sufre desde los países del Sur y a la Ley de Ajuste Cubano, el "Programa de Parole para los Médicos Profesionales Cubanos" que patrocinan los Estados Unidos para estimular la deserción de médicos cubanos de sus programas solidarios de salud en otros países es – cuanto menos – injusto, desleal y destructivo, reflejo de una guerra económica y política desde nuestros tradicionales enemigos.
  3. El número de personal de la salud que está cumpliendo misiones en el exterior. Una muestra del prestigio que ha alcanzado la medicina cubana y de la capacidad que ha desarrollado Cuba de "producir" médicos está en los miles de colaboradores que están actualmente en el exterior. A tal punto que se ha erigido como un orgullo nacional, resultado de la solidaridad internacionalista promovida por la Revolución, además de convertirse en la primera fuente de ingresos para el país. Pero, al mismo tiempo, implica una reducción en la cantidad de médicos en el sistema cubano de salud, el cual se ha tenido que readecuar a estas realidades.
Cómo manejar estos tres factores, entre muchos otros, para lograr decisiones correctas es materia del difícil arte de hacer política y de gobernar; saber balancearlas es crucial para enfrentar sus consecuencias. Pero en ningún caso debió ser limitando los derechos ciudadanos de una parte de la población, después de haberlos ganado, haciéndoles pagar justo por pecadores. Sobre todo imponiéndose tal medida a los médicos que se han quedado, mucho de ellos que ya hay salido y vuelto del exterior.
La decisión fue tomada de forma inesperada, en el más tradicional estilo verticalista. Muchos ni se dieron cuenta del anuncio, pues se encontraba al final de una extensa declaración del gobierno sobre la crisis de los migrantes en Costa Rica. La pregunta de muchos ha sido: ¿qué tiene que ver esta crisis migratoria con los médicos y su derecho a viajar?
Trae a la memoria otra decisión similar, a finales de 2013, cuando de un cuajo se decidió echar atrás la apertura a la venta de productos industriales por particulares y a la creación de cines 3D, con el consecuente descrédito a la institucionalidad y los cambios tomados antes. Dos años después de esa media mucha gente todavía se pregunta ¿dónde están las ofertas que supuestamente iba a presentar el Estado en sustitución de ellas?
Ahora entonces la pregunta es: ¿la medida ha ido a la raíz de los problemas y realmente frenará el éxodo de médicos? ¿A quién beneficiará, que no sea a la larga lista de burócratas por las que tendrán que pasar ahora los médicos para viajar al extranjero? De eso se conoce ya bastante en el pasado.
Prohibir es la decisión más fácil. ¿Cuándo decidiremos tomar las más difíciles?

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