Cada vez que llega el 14 de febrero, con toda la carga promocional que le acompaña, no deja de sorprenderme la insistencia de tantas personas a aferrarse a conceptos y definiciones. Que si el amor, que si el querer, que si enarmorarse, que si la fidelidad, que si el placer, los celos, el desamor... es una lista interminable.
Qué manera de complicarse la gente tratando de entender algo tan humano como el amor. Qué rollo para enredarse en dejar bien clara la diferencia entre el amor y la amistad. No parten ambos del mismo sentimiento? A mi esa insistencia siempre me ha dado un tufillo homofóbico, porque no se ve bien eso de que yo ame a un amigo. Eso puede sonar a pajarería (o a lesbianismo, en el caso de las mujeres). Entonces hay que dejarlo claro: amar es una cosa y la amistad es otra. Y por eso hay que crear la etiqueta: celebrar el día "del amor y la amistad". Qué ridículo!
Hay una variante peor, más simple y excluyente: celebrar el "día de los enamorados"; entendiéndose como tal, por supuesto, a la pareja (solo dos, claro) monógama y heterosexual, tal como lo impone nuestra tradicional cultura machista. Todavía se pueden observar muchas expresiones de esa naturaleza, desde nuestros centros comerciales hasta en la televisión nacional. Siendo honestos, no se ha avanzado casi nada al respecto.
Soy de los que no me gusta marcar días específicos para sentimientos tan grandes. Pero si queremos celebrar algo debe ser esa hermosa capacidad humana de amar a cuantas personas pueda uno encontrar a su paso, sea aquella (o aquellas) con quienes compartir lo más íntimo, sean sus amistades, sus vecinos, sus colegas de trabajo, sus familiares... porque el amor es asi, tan amplio que no cabe en un concepto.
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