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Todos más o menos conocemos las “clasificaciones” básicas que, de acuerdo a la orientación sexual, somos los Heterosexuales, Bisexuales y Homosexuales y, de acuerdo a la identidad de género, podemos ser Hombre, Mujer y Transgénero (Transexuales, Travestis y Transformistas). De estas grandes clasificaciones surge lo que en las últimas décadas se ha llamado la “comunidad LGBT”, que incluye a Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros, aunque también los Intersexuales se han esforzado para estar incluidos en este grupo, a tal punto que algunos hablan de la comunidad LGBTI. Para el que tenga dudas, se les llama Intersexuales a las personas que desarrollan biológicamente caracteres masculinos y femeninos, con un grado de ambigüedad variable.
Sin embargo, la naturaleza humana es más rica que esas rígidas clasificaciones y, cuando de expresar amor y sentir placer se trata, todo puede ocurrir. Así existen las personas con una orientación sexual caracterizada por la atracción estética, romántica o sexual por cualquier otra persona, independientemente de su sexo y género, a los que se les ha dado en llamar Pansexuales u Omnisexualidad. Mientras que la Bisexualidad implica atracción tanto por hombres como por mujeres, la Pansexualidad incluye la potencialidad de sentirse atraído por cualquier persona sin que importen las categorías hombre/mujer, masculino/femenino… por eso algunos Pansexuales afirman que para ellos el sexo y el género son conceptos vacíos de significado, o que no tienen importancia.
Por otro lado también están los Bicuriosos, un término referido a las personas que no se identifican como bisexuales ni homosexuales, pero sienten o muestran curiosidad por una relación o actividad sexual con alguien del mismo sexo. Otros nombres para este término son Homoflexible y Heteroflexible y puede también ser aplicado a la inversa, o sea, a personas que generalmente se identifican como homosexuales, pero sienten interés por una relación con alguien del sexo diferente.
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Pero también tienen clasificación aquellos que son el típico “macho”, enchapado a la antigua y que rechaza todo tipo de “flojeras” en los hombres, y se les llama Retrosexual. Ellos se caracterizan por invertir la menor cantidad posible de tiempo, dinero y esfuerzo en cuidar su aspecto personal o en cualquier detalle que pueda afectar a su imagen… aunque algunos prefieran ese tipo de hombre “rudo” en sus fantasías sexuales.
Para complicar aún más las cosas, se ha usado con bastante frecuencia –sobre todo en los medios académicos-, los términos de Tercer Sexo y Tercer Género para describir a los individuos que tienen un estado intermedio entre hombres y mujeres, en el que se es ambos al mismo tiempo y no se es ninguno, con independencia de lo masculino y lo femenino. En algunas culturas, incluso, estas personas son veneradas como tercer sexo o género y, por ejemplo, el término se ha empleado para describir a los “hijras” de India y Pakistán, los “mahu” de la Polinesia, los “muxe” Zapotecas de México y las “vírgenes juradas” de los Balcanes, entre otros.
Ojalá y hayan podido entender todo este enredo de etiquetas –perdón, de categorías-, porque ya yo estoy un poco confundido… y eso que hemos hablado de las más conocidas hasta el momento. Al final, lo que se demuestra es que la sexualidad humana es muy rica y diversa y, aunque se pueda encajar en una clasificación hoy y en otra mañana, lo más importante es que se disfrute a plenitud y responsablemente la sexualidad que se tiene, la que se siente en el momento, sin importar ni hacer caso a otras creaciones humanas.
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