Largamente esperada por muchas personas en Cuba, al fin llegó la señal de TeleSur en vivo a nuestra televisión nacional por 14 horas diarias.
Más allá de la petición popular, mucha gente se preguntaba cómo era posible que, siendo de los pocos accionistas fundadores de TeleSur –junto a Venezuela, Argentina y Uruguay, desde hace ya 7 años–, sólo
podíamos ver en la noche un resumen de unas tres horas y algo, la mayor parte del tiempo con un día de diferencia.
Algo incomprensible, teniendo en Cuba uno de los pueblos más instruidos y con mejor preparación política del continente; y siendo TeleSur un medio de prensa concebido desde la izquierda, con una visión desde el Sur, que hemos apoyado desde sus inicios, incluso con varios de nuestros mejores periodistas y presentadores.
Hace ya varios meses que radio-bemba daba cuenta que se estaba preparando un nuevo canal informativo, 100% cubano al estilo de TeleSur. Sin querer quitarle méritos a la idea –¡ya quisiéramos ver algo así en Cuba!–, sólo desde el punto de vista económico sería una empresa titánica, pues habría que adquirir la tecnología y los medios necesarios para tal esfuerzo. Sin contar la preparación de recursos humanos –técnicos, analistas y periodistas– que, evidentemente, no están listos para semejante hazaña. Si no, baste recordar los acercamientos previos que se han hecho –durante ciclones, elecciones y otros eventos específicos–, cuyos resultados no han sido muy halagüeños que digamos.
Afortunadamente se impuso la razón y desde el domingo 20 de enero nos despertamos con la señal televisiva desde el Sur latinoamericano en nuestras pantallas. Y la entrada ha sido en grande: en estas pocas horas, cubanas y cubanos ya tuvimos la oportunidad de ver –por primera vez– un discurso completo del Presidente de los Estados Unidos en vivo, durante su toma de posesión de reelección, y disfrutar –con orgullo nacional– los comentarios posteriores del cubano Reynaldo Taladrid, desentrañando la inverosímil verborrea utilizada por Obama, muy lejos de la realidad imperial de nuestros días.
Hemos podido ver, también en vivo, la sobrehumana campaña electoral que desarrolla el Presidente ecuatoriano Rafael Correa en defensa de la "revolución ciudadana", explicando detalladamente a sus pobladores más humildes los beneficios prácticos del Socialismo del siglo XXI, en un estilo que nos recuerda experiencias cercanas. O la rendición de cuenta de la gestión del gobierno de Evo Morales ante el Congreso y el pueblo bolivianos, en el 3er. aniversario del Estado plurinacional.
Y, por citar otro ejemplo, además vimos la entrevista al Ministro de Comunicaciones de Venezuela, Ernesto Villegas, donde una periodista muy profesional –también venezolana– le hacía preguntas directas y sin cortapisas, que indujeron a Villegas a mostrar una imagen humana del Presidente Hugo Chávez: cuando hace unos años criticó públicamente al líder bolivariano por algo que él consideró inadecuado y Chávez, con esa humanidad que le caracteriza, reconoció su error y se disculpó ante la persona afectada.
Todo es positivo en esta nueva experiencia, que debió haber empezado hace mucho rato, y sin dudas marcará un antes y un después. Exponernos a esta forma tan dinámica, profesional, interactiva y moderna de manejar la información pública es vital y se agradece. Constituye una experiencia valiosa no sólo para disfrutarla y garantizar, cada vez más, ese derecho ineludible al acceso a la información… sino también para aprender.
Desafortunadamente nuestros medios han perdido mucha de esa frescura y desenfado, ante el reto de enfrentarnos a una campaña de magnitudes increíbles, por tantos años. Pero nada justifica seguir anquilosados a una política informativa que no se corresponde a estos tiempos, cuando el lenguaje informativo ha cambiado completamente y el desarrollo de las TICs encuentra las más diversas formas de encauzar las noticias.
Varios preceptos informativos saltan a la vista de nuestros televidentes en tan pocas horas, que no son nuevos pero vale la pena constatarlos, una vez más. Por ejemplo:
1. El uso intensivo de las de las tecnologías de la información y la comunicación, de forma inteligente e interactiva, pueden ser una herramienta efectiva para aumentar la participación popular en la creación de la noticia, con significativos beneficios para el proyecto revolucionario.
2. No temer a tratar cualquier tema, con la inmediatez necesaria y el enfoque desde diferentes puntos de vista, es un estilo viable y poderoso para destruir campañas tergiversadoras. Al mismo tiempo le da mucha credibilidad al informador y le entrega a sus receptores los argumentos necesarios para enfrentar cualquier debate.
3. Es fundamental la preparación de los funcionarios públicos para enfrentar a los medios y comunicar sus ideas, que son las ideas de la Revolución. Si importante es que realicen bien su labor, es igualmente importante que sean capaces de transmitir al pueblo lo que hacen (no como vimos recientemente, durante la comparecencia de los directivos de los canales de la televisión cubana, cuando casi nadie entendió casi nada).
Ojalá y la compañía cercana de TeleSur entre nosotros estimule a nuestros medios a dinamizar sus estilos de comunicación, para beneficio de todas y todos. Sería un excelente aporte a los debates del cercano Congreso de la UPEC, previsto para los próximos meses.
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