Las Tertulias de Historia han retomado una vieja idea de profundizar en el análisis de la cultura agraria en nuestro país y lo han hecho con motivo de una ocasión especial: los 300 años de la ciudad de Bejucal.
Oscar Zanetti, presidente de la Sección de Historia de la Asociación de Escritores de la UNEAC, al presentar el homenaje en la sala Rubén Martínez Villena el pasado 19 de noviembre celebró la importancia de sobrepasar esta conmemoración para enmarcarlo en el estudio de la sociedad habanera del siglo XVIII y más allá.
La Habana Criolla ha sido el nombre propuesto por la investigadora histórica Lohania Aruca para este análisis, quien indicó que “como estudiosos de la región habanera se debe profundizar en el conocimiento de lo que fue La Habana desde sus orígenes y que ahora tiene dos provincias más: Mayabeque y Artemisa.”
Recalcó que cuando se habla de La Habana sólo se piensa en la ciudad intramuros y su periferia, pero existe un más allá que siempre ha jugado una gran importancia en la vida económica, política y social de todo el conjunto habanero. El asentamiento urbano de Bejucal, fundado a partir del interés de inmigrantes canarios en el desarrollo de la producción de tabaco y de la ganadería, es un ejemplo claro de esa influencia.
El primer panel de la tarde se dedicó a conocer los antecedentes que favorecieron la creación de este asentamiento. El historiador Arturo Sorhegui disertó sobre “Los grupos sociales y la sociedad criolla en La Habana de los siglos XVI y XVII” y la historiadora Mercedes García se refirió a “Los ambientes y la vida cotidiana en La Habana Criolla”.
Ambos investigadores, al profundizar en el contexto social y económico de La Habana, proporcionaron las bases para el análisis del segundo panel, dedicado a la conmemoración del tricentenario de Bejucal. Lohania Aruca expuso sobre “La fundación del señorío y la ciudad titulada de San Felipe y Santiago de Bejucal”, mientras los especialistas de esa ciudad Madai Martínez y Roberto Chaviano (conservador del Museo Municipal) presentaron, respectivamente, al “Centro Histórico de Bejucal: proyecto y conservación” y a “La iglesia católica de Bejucal: testigo del tiempo”.
El intercambio con el público permitió conocer detalles sobre la denominación de “criollo” a esos pobladores que, al echar raíces en ese entorno y sin tomar en cuenta la variedad de colores de la piel y de culturas, sintieron cada vez más como suyos esos territorios.
Además, se profundizó en la comprensión del diseño urbano de Bejucal, la importancia y las particularidades jurídicas del otorgamiento de la condición de señorío al poblado de entonces, los trabajos de conservación y restauración de las construcciones más antiguas y los esfuerzos que realizan los bejucaleños para lograr su declaración como Monumento Nacional.
Después de la abundante información histórica que se expuso sobre la formación y el desarrollo de este asentamiento urbano, no podía lograrse mejor cierre que escuchando las interpretaciones del grupo musical Enfusión, de la propia localidad, con canciones dedicadas a su pueblo. Fue el colofón de una tarde dedicada a la importancia histórica del tricentenario de Bejucal y de su trascendencia económica y cultural para el entorno habanero.
La iniciativa de Lohania Aruca de continuar realizando este tipo de talleres y extenderlo a otros señoríos de aquella época —de los cinco que lograron esta condición— ha quedado como una valiosa propuesta a desarrollar en las Tertulias de Historia para el próximo año.
Su mayor mérito radica en que, con temas frescos y novedosos, se brindará una visión más completa de nuestros orígenes en el occidente del país, que es volver a nuestras raíces y entender mejor nuestras tradiciones.
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