El
espacio que mensualmente ofrece la Casa del ALBA Cultural bajo el título Arte y
poesía en movimiento, organizado por la Sociedad Cubana de Amigos del Libro y
el Festival Internacional de Poesía de La Habana, el pasado 27 de noviembre
hizo gala de la diversidad cultural en nuestro país al proponernos un encuentro
con el pintor, narrador y poeta José Luis Fariñas (La Habana, 1972) y con Nancy
Morejón (La Habana, 1944), quien ha trascendido las fronteras nacionales para
convertirse en un referente imprescindible de la literatura contemporánea
latinoamericana.
A
través de las inquisidoras preguntas del anfitrión, escritor y promotor cultural
Fernando Nápoles, los representantes de dos
generaciones de artistas cubanos se nos muestran en sus diferentes formas de
expresar el arte. Sin embargo, ambos coinciden en el hechizo de la creación
artística: para Fariñas “crear arte es un acto mágico” y para Nancy “la
inspiración es un misterio”.
FARIÑAS: “LO MÁS IMPORTANTE ES LA HONESTIDAD”.
No
permitas que el alma se bifurque.
Es imposible ser de golpe pájaro y serpiente.
Elige, y sé merecedor de tu noche.
“Última posición”
Es imposible ser de golpe pájaro y serpiente.
Elige, y sé merecedor de tu noche.
“Última posición”
José Luis Fariñas pinta desde los 3 años y, aunque dice tener mala memoria y que no le gusta hablar de su pintura o de su poesía, no puede evitar el recuerdo de su primera exposición personal a plumilla, cerca del estadio Latinoamericano en los años 80, cuando daba sus primeros pasos desde la Escuela de Artes Plásticas “Paulita Concepción”.
Reconocible
por el trazado fino y detallado de sus dibujos, entre figuras que parecen
míticas, muy pronto dejó la plumilla para consagrarse a la acuarela, pues cree
que el pincel es más fluido. Declara que las motivaciones en sus trabajos son
infinitas, aunque la idea de las transformaciones ha sido muy importante en su
obra, al punto de que sus primeros trabajos se centraron en el tema de la
metamorfosis.
"No
debe haber persecución de un arte exquisito, el artista siempre va a dar una
imagen personal de su mundo", explica, al tiempo que considera la pintura
como una alquimia, en la que "tratas de acercarte a una imagen interior
que puede transformarte”.
Confiesa
que no ha hecho una carrera para amontonar exposiciones ni ser famoso: “lo más
importante es la honestidad, no la perpetuidad”, y reafirma que si de
repercusiones se trata, lo que le interesa más es “la trascendencia espiritual”
que transmita su obra. “Yo creo en el instante, no en la eternidad”, reafirma.
NANCY: “ESTOY CONTRA TODA FORMA DE ESCLAVITUD”.
Ahora
soy: solo hoy tenemos y creamos
Nada nos es ajeno
Nuestra la tierra
Nuestros el mar y el cielo
Nuestras la magia y la quimera.
“Versos”
Nada nos es ajeno
Nuestra la tierra
Nuestros el mar y el cielo
Nuestras la magia y la quimera.
“Versos”
Nancy Morejón define como palabras claves en su obra, con más o menos conciencia, las que destaca su entrevistador: humanismo, patria, racialidad, comunidad. “Mi escritura conforma la cosmovisión de lo que tengo, sin desmarcarme de mis orígenes”, sentencia.
Para
esta notable poeta, quien cree que es más importante leer y escribir que
publicar, la racialidad es un recurrente al hablar de su obra. En ese contexto,
la influencia del poeta nacional Nicolás Guillén es fundamental: “Sin los
poemas negros de Guillén no existirían los poemas negros de Nancy Morejón, los
que están atravesados por el tema género”, indica y reafirma: “Me siento
discípula de Nicolás… y de Juan Gualberto Gómez, quien fue la mano derecha de
Martí para la guerra necesaria y a quien debemos conocer con más detenimiento”.
Está
convencida de que es imposible concebir patria y nación sin tener en cuenta
aquellas personas que fueron descendientes de esclavos y se declara fascinada
por la diversidad cultural en nuestro país. Resalta que “el color de lo cubano
puede ser muy engañoso: cuando hablamos de mestizaje no hablamos sólo del color
de la piel, sino de cosas más complejas que se mezclan y conforman la identidad
de una nación diversa”.
Pone
como ejemplo a Pablo Armando Fernández, presente esa tarde en el público, quien
con sus ojos muy azules ve y transmite su mundo de una forma muy cubana, como
ella en otro extremo de la policromía nacional. “Un cubano puede tener de
cualquier cosa, pero cuando suena un tambor…” y ríe, para después moverse “como
sólo saben hacerlo los cubanos”.
Confiesa
que ha buscado la belleza en todas partes y que escribir es tanto una necesidad
espiritual como un compromiso social. De niña descubrió la fábula con La Ilíada
y La Odisea y desde entonces se le abrió un camino al arte y la escritura que
no termina.
Profundiza
ante la pregunta de determinar cuánto de pasión y cuánto de razón hay en su
obra: “para quien escribe es muy riesgoso definirlo, porque cada texto tiene su
lector, y cada lector tiene su lectura”. En ese sentido –fiel a su tradición
rebelde– se declara en contra de toda forma de esclavitud, incluyendo aquella
de forzar a los lectores a determinada interpretación de lo que se escribe: “el
lector siempre complementa lo que se escribe”, asegura.
Al
final de la tarde, justo antes de la lectura de sus poemas, Nancy enlaza sus
reflexiones con la primera parte del encuentro al explicar que la escritura
tiene una zona irracional, más allá de la formación académica. Y asevera creer
en la inspiración, porque contribuye al enriquecimiento de la escritura: “los
poetas tenemos que escribir desde la inspiración”.
Pero
no todo se reduce a eso, “escribir es un trabajo y hay que volver sobre los
textos”, indica para terminar recomendando a los escritores a que lean mucho,
porque manejar la información es lo que permite manejar las asociaciones. “Para
los poetas es inadmisible que cuando contemplas la caída de la tarde, la luna
que emerge, no se esté trabajando. Lo que para cualquiera es algo hermoso, para
los poetas es además sustancia, material para lo que después puede crear de
forma artística”, sentencia.
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