martes, 26 de agosto de 2014

Vicente Battista: la literatura es el origen del éxito en lo policíaco


Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=8148

El escritor argentino Vicente Battista —uno de los autores latinoamericanos de novelas policíacas más publicados en nuestro país— se encuentra de nuevo en Cuba invitado como jurado del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar.


Al compartir con escritores, amigos y el público que fue a escucharlo a la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC, en la mañana del lunes 25 de agosto, se alegró de que “afortunadamente para los escritores todo lo ha dado la literatura, mucho antes de que llegaran los Lumière”, al referirse al éxito que goza el tema policíaco en el mundo y su extensión al audiovisual. “Sigo rescatando a la literatura como el principio de todas las cosas”, reafirmó.


Durante su charla, que se extendió por casi dos horas, hizo un amplio recorrido por la historia de la literatura policíaca con sus aportes y variantes. “Si nos circunscribimos a un crimen, prácticamente toda la literatura sería policíaca”, dijo al recordar anécdotas desde el Antiguo Testamento y las Fábulas de Esopo hasta Shakespeare y otros conocidos textos de la literatura universal.


Sin embargo, reconoció a Edgar Allan Poe como el autor que estableció las pautas de lo que sería la literatura policíaca y el cuento moderno y su influencia posterior en los cambios para su desarrollo, como la literatura por enigma y la novela negra: “Si nos hubiéramos mantenido en ese esquema inicial probablemente no estuviéramos hablando de literatura policíaca ahora, porque se hubiera agotado en sí misma”.


Al comentar que sus comienzos en las letras fueron con el cuento, lo valoró como el género más perfecto —después de la poesía, “que logra lo que no logran los demás”— y lo comparó con la novela policíaca, por su peculiaridad de mantener la tensión de leerlo hasta el final y dejar la necesidad de seguir leyendo.


Ante una pregunta del público, consideró que después de la novela negra —que lleva ya una tradición de más de 60 años— lo que vendrá serán nuevas combinaciones y formas de crear lo policíaco, adaptándose a los nuevos fenómenos políticos y sociales del mundo, como surgió la “narco-novela” en México o el fenómeno de Henning Mankell en Suecia y sus mensajes sociales sobre el paro, la inmigración y la inseguridad ciudadana.


En ese sentido, expresó su confianza de que el género no desaparecerá e indicó: “esto es lo maravilloso de la literatura, que nunca se va a acabar porque nos acabaríamos como seres humanos”.


Entre el público asistente se encontraban el Premio Nacional de Literatura Pablo Armando Fernández, la embajadora de Argentina en Cuba Juliana Marino y el Presidente de la Asociación de Escritores Alex Pausides. Al final del encuentro el público también pudo adquirir dos de sus novelas más populares, publicadas por la editorial Arte y Literatura: Sucesos argentinos (1995) y Cuaderno del ausente (2009).


Vicente Battista nació en Buenos Aires en 1940. Entre 1963 y 1969 integró la redacción de la revista literaria El escarabajo de oro y en 1971 fundó y codirigió la revista de ficción y pensamiento crítico Nuevos Aires. En 1973 se trasladó a España y vivió en Barcelona y en Canarias hasta 1984.


Su primer libro de cuentos, Los muertos, apareció en 1967 y recibió Mención del Premio Literario Casa de las Américas. Desde entonces ha publicado numerosos libros de cuentos y novelas que han merecido gran reconocimiento del público y de la crítica, entre los cuales se destaca el Premio Planeta de Novela en 1995. También ha escrito para el teatro y guiones cinematográficos.

viernes, 22 de agosto de 2014

Las palabras precisas de Enrique Saínz



Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=8139

“Abrirnos a la diversidad para enriquecernos y conocernos mejor, para hacer gratamente habitable este mundo” fue la invitación que realizó Enrique Saínz durante la presentación de su más reciente libro de ensayos titulado Las palabras precisas (Ediciones UNION, 2014), en la tarde del miércoles 20 de agosto en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC con la presencia del vicepresidente de la organización Pedro de la Hoz y el Premio Nacional de Literatura Leonardo Padura, entre otros amigos y admiradores de su obra.

Al introducir el encuentro, Alfredo Prieto —el anfitrión por la Editorial— calificó al autor como “uno de los críticos de poesía cubanos vivos más importantes”, lo cual fue ratificado por el presentador del libro, el poeta, narrador y ensayista Jesús David Curbelo, quien consideró el libro como otro aporte a “una de las obras ensayísticas más sólidas, diversas y sostenidas del panorama literario cubano de hoy”.

El texto contiene trabajos sobre varios poetas que no fue pensado como un libro único o íntegro, sino como una colección de ensayos que fueron escritos a lo largo de varios años y aparecieron en diferentes formatos —conferencias, prólogos y artículos en diversos soportes—, en los que se tratan múltiples problemáticas de la literatura cubana y universal.

Curbelo destacó la singularidad de Enrique al desmarcarse de lo que observó como un problema que confronta la ensayística cubana: que se concentra en nuestros autores y se desentiende de lo que está pasando en el mundo. Sin embargo, como se puede apreciar en este libro, el recorrido de sus reflexiones abarca un amplio abanico de autores y, “como si no bastara, tuvo la osadía —que pocos críticos cubanos han tenido— de abandonar el territorio más o menos seguro de la literatura establecida y se arriesgó en el siempre pantanoso terreno de la literatura coetánea”.

Además, resaltó el alto mérito de ser un autor que apenas se entretiene en los datos biográficos de los autores y profundiza en sus poéticas, en lo que ellos piensan, en cómo reflejan la realidad que habitan —polisemia por medio— para acercarnos en la comprensión de estas complejas visiones, atravesadas por sus diversas creencias.

Aunque el título se refiere a las palabras de los poetas, en sus páginas se pueden encontrar precisas palabras tanto sobre Lezama, Fina y Emilio Ballagas como de otras personalidades de la literatura mundial —Paul Valéry, Saint-John Perse, Charles Du Bos y Wislawa Szymborska—, pasando por la literatura clásica china, coreana o japonesa e incluso el grupo Diásporas, que marcó un giro en la poética cubana de los 90, entre otros.

Esto es lo que lo convierte en uno de los ensayistas cubanos con más variedad de lectura y “sobre todo con más capacidad de percepción de fenómenos literarios muy disímiles”, resaltó Curbelo, para terminar valorando que se trata de una obra que amerita ser más visitada por la crítica.

Al agradecer la presentación de Ediciones UNIÓN, Enrique expresó que la diversidad de análisis en su trabajo responde al interés que siempre le ha despertado acercarse a lograr una visión abarcadora, que no se detenga en los mismos nombres ya conocidos sino en intentar un diálogo con propuestas intelectuales distintas y alcanzar una aproximación totalizadora, dentro de los límites lógicos a los que nos enfrentamos.

“Siempre me han llamado la atención las figuras ávidas por lo diverso”, confesó, a partir del misterio que le despertaba el cómo pensaban esos escritores y explorar las diferentes variantes, caminos y propuestas que tiene la literatura, tanto cubana como universal.

Indicó que su mayor aspiración con esta propuesta es “que el lector encuentre la posibilidad de inquietarse y abrirse a nuevas perspectivas, a una diversidad que los colme y les satisfaga”, concluyó.
Enrique Saínz de la Torriente nació en la Isla de la Juventud en 1941 y se graduó en Lenguas y Literaturas Clásicas en la Universidad de La Habana. Miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua desde 1995, ha obtenido varios reconocimientos importantes, como el Premio Mirta Aguirre de la Crítica Literaria (1984 y 1988), Premio de la Crítica en cuatro ocasiones y el Premio de Ensayo Alejo Carpentier en 2001.

Valioso investigador literario del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, ha colaborado con numerosas publicaciones culturales y ha impartido conferencias y cursos de posgrado en nuestro país y en el exterior. Entre sus libros publicados se encuentran Silvestre de Balboa y la literatura cubana (1982), La literatura cubana de 1700 a 1790 (1983), Trayectoria poética y crítica de Regino Boti (1987), Ensayos críticos (1989), La poesía de Virgilio Piñera: ensayo de aproximación (2001), Diálogos con la poesía (2003), Las palabras en el bosque (2008), Ensayos en el tiempo (2008) y Ensayos inconclusos (2009).

martes, 12 de agosto de 2014

La literatura policíaca en Cuba al desnudo


Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=8111
 
Sin tanto pudor y con mucho ojo crítico varios escritores y seguidores de la literatura policíaca en Cuba se dieron cita en la mañana del sábado 9 de agosto en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC para realizar el Segundo Coloquio sobre el género —conocido en el mundo como “literatura negra”— con el apoyo de la Editorial Extramuros y la Asociación de Escritores.

Cuál ha sido el desarrollo de esta literatura en Cuba en las últimas décadas y por qué es de las menos publicadas, a pesar de ser una de las más populares, fueron los dos ejes principales de análisis del Coloquio, que estuvo liderado por el novelista Agustín García Marrero y contó con la presencia del Premio Nacional de Literatura Leonardo Padura.

Para profundizar en la historia del género en nuestro país, el director de programas de Radio Progreso Julio Villazuso inició el panel recordando su primer antecedente en el texto “Fantoches”, de 1926, que en una entrega por capítulos unió a un grupo de renombrados escritores de la época como Emilio Roig y Villena. Sin embargo, en décadas posteriores no se registraron novelas de este corte en el país —salvo contadas excepciones— en contradicción con la situación social pre-revolucionaria y las “Crónicas Rojas” de los periódicos, que pudieron ser caldo de cultivo para ello.

Señaló que en los años 60, a pesar del boom literario de la Revolución, tampoco hubo un despertar de la literatura policíaca, aunque sí se publicó mucho de esta literatura escrita en el exterior y series televisivas y radiales —como “Sector 40” y “Agente Especial”, que lleva 45 años en el dial— contribuyeron a desarrollar el gusto del público para lo que sucedió después.

Los años 70 y 80 fueron analizados por el destacado narrador villaclareño Lorenzo Lunar —con una vasta obra reconocida y publicada en el género—, quien valoró estas décadas de cambio radical, pues se produjo un amplio volumen de ellas en lo que se denominó “la novela policíaca de la Revolución Cubana”.

Sin embargo, señaló que estuvo marcada por la creencia de que esta literatura “podía y tenía que ser un arma ideológica” y fue tomada por el Ministerio del Interior que, junto al Concurso “Aniversario de la Revolución”, promovió fundamentalmente obras con esquemas y clichés como la participación de los CDR en la solución de los casos, la confrontación entre los obreros y el lumpen delincuente, entre otros que aún subsisten en algunos productos de este tipo.

De todas formas, a pesar de las “disparidades escriturales” de esos años, indicó que fueron momentos importantes para la comunicación del género en Cuba con el mundo, fundamentalmente con aquel que nos tocaba mirar, al que nos acercábamos en ese momento, y destacó la influencia que tuvieron varios escritores soviéticos y del campo socialista.

“Aquella estética murió de muerte natural, cuando murió aquella realidad virtual y llegó el Período Especial”, recalcó para destacar que, no obstante, fue un punto de partida interesante y nos permitió ver lo que se debía y no debía hacerse en literatura policíaca.

Los duros años de la década del 90 fueron analizados por el también narrador Michel Encinosa : fue la época en que cesaron las grandes tiradas de años anteriores y surge una nueva narrativa “desideologizada”, con una mayor mezcla de géneros y rebajada a historias sórdidas con temas críticos como la corrupción, la delincuencia, la prostitución, el proxenetismo, la marginalidad.

Resaltó que la producción de “literatura negra” en Cuba de esa época estuvo marcada por la situación económica, pues las editoriales fueron más selectivas y con tiradas cortas, por lo que los escritores hicieron de todo “con tal de publicar y aparecer en alguna antología”. De ahí la mayor presencia de cuentos policíacos en estos años, con algunas excepciones de escritores consagrados, como Leonardo Padura y Daniel Chavarría , que marcaron el cambio y la transición hacia una nueva literatura del género.

Las últimas décadas fueron examinadas con enfoque generalizador por el escritor y periodista Rafael Grillo que caracterizó la situación actual como la inversa de lo que sucede en el mundo: la novela policíaca es de las menos publicadas y leídas en Cuba, a pesar de tener uno de los mayores índices de preferencia en la población. Al revés de lo que usualmente sucede, señaló, “en las épocas más felices fue cuando más literatura del género teníamos, mientras que cuando nos hemos enfrentado a más dificultades y problemas —que podían ser una inspiración para los autores— ha sido prácticamente inexistente”.

A la crisis del papel y los problemas ideológicos que se tuvo que enfrentar esta literatura, Grillo indicó otros factores que son significativos para entender esta situación: el prejuicio que la rodea como “baja literatura”, que hace que los propios autores no quieran reconocerse como tal; la falta de un periodismo policial en Cuba; la ausencia de una Editorial y un Sello o Colección que se dedique a darle un seguimiento sistemático a la creación del género, sumado a factores extraeditoriales como la necesidad de un diseño específico para promocionarlo; la ausencia de una revista especializada y de una crítica consecuente que guíe a escritores y al público en este esfuerzo, entre otras.

“Hay gentes de todas las generaciones que están intentando hacer algo por el género, pero los esfuerzos deben hacerse en común”, resaltó.

Otras aristas a este análisis fueron aportadas por el público, como la existencia de numerosos escritores —sobre todo en otras provincias— que están haciendo cosas interesantes y no han tenido la oportunidad de ver publicada aún su primera obra, mientras contradictoriamente se han recibido pocas propuestas del género al premio Luis Rogelio Nogueras que convoca la Editorial Extramuros para estimular la creación de esta literatura en el país.

Lo que fue destacado por todos es la excelente idea de realizar estos Coloquios y, mejor aún, el anuncio de sistematizarlos con una secuencia semestral —o tal vez más frecuentemente, de acuerdo a los apoyos que se reciban—. Al respecto, Agustín García anunció que el Tercer Coloquio ya está fijado para inicios de enero de 2015, en el cual se realizará un análisis de la obra de Leonardo Padura.

El encuentro terminó con la presentación de la novela El ocaso de los asesinos, del propio Agustín, que forma parte de la serie de cuatro novelas del mismo corte que desarrolló bajo el título La Mafia en San Francisco.

Rafael Grillo, al hacer la presentación de la obra, destacó la inclusión de lo fantástico y su correspondencia con el “thriller” —en la que “pesa menos la investigación para atrapar al criminal ante la peripecia dramática y el suspense”— como dos elementos importantes para atraer la atención del público.

Agustín García Marrero nació en Cárdenas en 1938 y se graduó en Historia por la Universidad de La Habana. Durante veinticinco años ejerció la docencia y la investigación científica en materias relacionadas con la economía. En 2006 publicó su primera novela policíaca y, además de la tetralogía antes mencionada, ha escrito El sicario de Monte Escondido, presentada en la 23 Feria Internacional del Libro, y El combate de Mal Paso, novela épica que se encuentra actualmente en proceso editorial.

jueves, 7 de agosto de 2014

El verso comprometido de Fernando Vargas Valencia



Hueles a hierba, a álamo,
a libertad que naufraga
en su sangre y sus lágrimas.
(…) Eres una adolescente que cubre sus pechos
con el aroma de una mujer marchita”.
(“Colombia”, 2000)

Un poeta de verso comprometido con su realidad social presentó su obra en el Laboratorio de Escrituras, organizado por el Festival de Poesía de La Habana y la Asociación de Escritores en tarde del martes 5 de agosto de 2014 en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC.

Su nombre es Fernando Vargas Valencia , nacido en Bogotá, Colombia, en 1984 y, a pesar de su corta edad, cuenta con una vasta obra literaria publicada, además de su trabajo como editor y ensayista. Su primer viaje a Cuba fue en mayo pasado, durante el Festival Internacional de Poesía de La Habana, y le impresionó tanto que no pasaron dos meses para que regresara con su familia.

Al presentarlo, el poeta Sinecio Verdecia —anfitrión de este espacio que se organiza cada martes— destacó la “preocupación por el ser humano en toda su dimensión” que se aprecia su trabajo, lo que se vincula a su formación como abogado especialista en temas de derechos humanos.

“No puedo desligar mi poesía de mis convicciones espirituales y políticas”, expresó Fernando al indicar su compromiso con la paz en Colombia: “hay mucha gente que ha sufrido y quieren un «Basta Ya», pero también un «Nunca Jamás»”. Consideró que la poesía en Colombia, como el arte en general, tiene que cruzarse con esas inquietudes que tiene su pueblo, lo que afortunadamente está recibiendo una respuesta adecuada de los poetas de su tierra.

A partir de una pregunta del público, un momento de particular significación se produjo cuando explicó su experiencia personal en el departamento colombiano del Chocó, donde confluyen varios intereses y ha sufrido mucha violencia. Por una razón u otra, es la zona con más presencia de grupos armados, tanto de la guerrilla como del ejército y los paramilitares, lo que le ha implicado graves problemas sociales. “Chocó está en mi corazón”, exclamó emocionado.

En la velada el autor presentó varios poemas de dos de sus libros publicados: Épica de los desheredados (Universidad Distrital Francisco José de Caldas, 2014) y Apesadumbrada fantasía (Caza de libros editores, 2013), una antología de su poética entre 2000 y 2013.

Fueron poemas de resonancia social y de intimismo, por los que desfilaron familiares, amigos, personajes admirados y anécdotas de la vida cotidiana, viajes y amores, que revelaron una carga vivencial desbordante de recuerdos, nostalgias, música y pasajes que tratan de hallarle un fundamento a nuestra época.

Aunque algunos hablaron de guerra, lucha y muerte, también llevaban una fuerte carga de esperanza, paz y vida, en un verso que pretende ser memoria viva de una época y de un país que reclama la necesaria armonía social. “De la necesidad de encontrar algo que busco todo el tiempo, que no se lo que es, de esa insatisfacción nace mi inspiración poética”, expresó.

Sorprendieron dos poemas muy cercanos a nuestro entorno, unos Cantos Abacuá con ritmo de bembé y tambores que fueron un claro reflejo de la interrelación cultural de nuestros pueblos y la influencia que tenemos entre todos. “Una de las más importantes influencias que he recibido en mi creación artística ha sido el gran escritor cubano José Lezama Lima ”, confesó con respeto y admiración por el poeta.

Fernando Vargas Valencia, además de su Licenciatura en Derecho, hizo su Maestría en Sociología Aplicada en la Universidad Autónoma de Barcelona. Es especialista en derecho internacional humanitario de la Universidad Externado de Colombia y ejerce como profesor universitario, conferencista y formador de docentes.

Es además ensayista y editor, fundador de la revista Somos, durante sus estudios universitarios, y ha colaborado con varias revistas colombianas y latinoamericanas. Colabora como coordinador académico del Festival Internacional y Popular del Libro de Bogotá y ha sido invitado a leer su poesía en numerosos Festivales del hemisferio.