martes, 12 de agosto de 2014
La literatura policíaca en Cuba al desnudo
Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=8111
Sin tanto pudor y con mucho ojo crítico varios escritores y seguidores de la literatura policíaca en Cuba se dieron cita en la mañana del sábado 9 de agosto en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC para realizar el Segundo Coloquio sobre el género —conocido en el mundo como “literatura negra”— con el apoyo de la Editorial Extramuros y la Asociación de Escritores.
Cuál ha sido el desarrollo de esta literatura en Cuba en las últimas décadas y por qué es de las menos publicadas, a pesar de ser una de las más populares, fueron los dos ejes principales de análisis del Coloquio, que estuvo liderado por el novelista Agustín García Marrero y contó con la presencia del Premio Nacional de Literatura Leonardo Padura.
Para profundizar en la historia del género en nuestro país, el director de programas de Radio Progreso Julio Villazuso inició el panel recordando su primer antecedente en el texto “Fantoches”, de 1926, que en una entrega por capítulos unió a un grupo de renombrados escritores de la época como Emilio Roig y Villena. Sin embargo, en décadas posteriores no se registraron novelas de este corte en el país —salvo contadas excepciones— en contradicción con la situación social pre-revolucionaria y las “Crónicas Rojas” de los periódicos, que pudieron ser caldo de cultivo para ello.
Señaló que en los años 60, a pesar del boom literario de la Revolución, tampoco hubo un despertar de la literatura policíaca, aunque sí se publicó mucho de esta literatura escrita en el exterior y series televisivas y radiales —como “Sector 40” y “Agente Especial”, que lleva 45 años en el dial— contribuyeron a desarrollar el gusto del público para lo que sucedió después.
Los años 70 y 80 fueron analizados por el destacado narrador villaclareño Lorenzo Lunar —con una vasta obra reconocida y publicada en el género—, quien valoró estas décadas de cambio radical, pues se produjo un amplio volumen de ellas en lo que se denominó “la novela policíaca de la Revolución Cubana”.
Sin embargo, señaló que estuvo marcada por la creencia de que esta literatura “podía y tenía que ser un arma ideológica” y fue tomada por el Ministerio del Interior que, junto al Concurso “Aniversario de la Revolución”, promovió fundamentalmente obras con esquemas y clichés como la participación de los CDR en la solución de los casos, la confrontación entre los obreros y el lumpen delincuente, entre otros que aún subsisten en algunos productos de este tipo.
De todas formas, a pesar de las “disparidades escriturales” de esos años, indicó que fueron momentos importantes para la comunicación del género en Cuba con el mundo, fundamentalmente con aquel que nos tocaba mirar, al que nos acercábamos en ese momento, y destacó la influencia que tuvieron varios escritores soviéticos y del campo socialista.
“Aquella estética murió de muerte natural, cuando murió aquella realidad virtual y llegó el Período Especial”, recalcó para destacar que, no obstante, fue un punto de partida interesante y nos permitió ver lo que se debía y no debía hacerse en literatura policíaca.
Los duros años de la década del 90 fueron analizados por el también narrador Michel Encinosa : fue la época en que cesaron las grandes tiradas de años anteriores y surge una nueva narrativa “desideologizada”, con una mayor mezcla de géneros y rebajada a historias sórdidas con temas críticos como la corrupción, la delincuencia, la prostitución, el proxenetismo, la marginalidad.
Resaltó que la producción de “literatura negra” en Cuba de esa época estuvo marcada por la situación económica, pues las editoriales fueron más selectivas y con tiradas cortas, por lo que los escritores hicieron de todo “con tal de publicar y aparecer en alguna antología”. De ahí la mayor presencia de cuentos policíacos en estos años, con algunas excepciones de escritores consagrados, como Leonardo Padura y Daniel Chavarría , que marcaron el cambio y la transición hacia una nueva literatura del género.
Las últimas décadas fueron examinadas con enfoque generalizador por el escritor y periodista Rafael Grillo que caracterizó la situación actual como la inversa de lo que sucede en el mundo: la novela policíaca es de las menos publicadas y leídas en Cuba, a pesar de tener uno de los mayores índices de preferencia en la población. Al revés de lo que usualmente sucede, señaló, “en las épocas más felices fue cuando más literatura del género teníamos, mientras que cuando nos hemos enfrentado a más dificultades y problemas —que podían ser una inspiración para los autores— ha sido prácticamente inexistente”.
A la crisis del papel y los problemas ideológicos que se tuvo que enfrentar esta literatura, Grillo indicó otros factores que son significativos para entender esta situación: el prejuicio que la rodea como “baja literatura”, que hace que los propios autores no quieran reconocerse como tal; la falta de un periodismo policial en Cuba; la ausencia de una Editorial y un Sello o Colección que se dedique a darle un seguimiento sistemático a la creación del género, sumado a factores extraeditoriales como la necesidad de un diseño específico para promocionarlo; la ausencia de una revista especializada y de una crítica consecuente que guíe a escritores y al público en este esfuerzo, entre otras.
“Hay gentes de todas las generaciones que están intentando hacer algo por el género, pero los esfuerzos deben hacerse en común”, resaltó.
Otras aristas a este análisis fueron aportadas por el público, como la existencia de numerosos escritores —sobre todo en otras provincias— que están haciendo cosas interesantes y no han tenido la oportunidad de ver publicada aún su primera obra, mientras contradictoriamente se han recibido pocas propuestas del género al premio Luis Rogelio Nogueras que convoca la Editorial Extramuros para estimular la creación de esta literatura en el país.
Lo que fue destacado por todos es la excelente idea de realizar estos Coloquios y, mejor aún, el anuncio de sistematizarlos con una secuencia semestral —o tal vez más frecuentemente, de acuerdo a los apoyos que se reciban—. Al respecto, Agustín García anunció que el Tercer Coloquio ya está fijado para inicios de enero de 2015, en el cual se realizará un análisis de la obra de Leonardo Padura.
El encuentro terminó con la presentación de la novela El ocaso de los asesinos, del propio Agustín, que forma parte de la serie de cuatro novelas del mismo corte que desarrolló bajo el título La Mafia en San Francisco.
Rafael Grillo, al hacer la presentación de la obra, destacó la inclusión de lo fantástico y su correspondencia con el “thriller” —en la que “pesa menos la investigación para atrapar al criminal ante la peripecia dramática y el suspense”— como dos elementos importantes para atraer la atención del público.
Agustín García Marrero nació en Cárdenas en 1938 y se graduó en Historia por la Universidad de La Habana. Durante veinticinco años ejerció la docencia y la investigación científica en materias relacionadas con la economía. En 2006 publicó su primera novela policíaca y, además de la tetralogía antes mencionada, ha escrito El sicario de Monte Escondido, presentada en la 23 Feria Internacional del Libro, y El combate de Mal Paso, novela épica que se encuentra actualmente en proceso editorial.
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