Quien no conoce la Maka con Furé,
que se realiza el primer viernes de cada mes en la sala Rubén Martínez
Villena de la UNEAC, se ha perdido uno de los espacios donde, con el
mayor desenfado, se puede disfrutar del aprendizaje de nuestras raíces
culturales más autóctonas, fundamentalmente aquellas de origen africano.
El universo del conocimiento que abarca su anfitrión es tan amplio,
durante dos horas de diálogo ameno y participativo, que llega a ser una
experiencia enciclopédica.
Investido con el
Doctorado Honoris Causa del Instituto Superior de Arte de La Habana y el
Premio Nacional de Danza en 2002, Rogelio Martínez Furé prefiere
identificarse como un “cubano rellollo”, solo eso. Folklorista,
investigador y etnólogo, la Maka es una de sus creaciones más
preciadas y explica que su nombre es el resultado de sus visitas a
Angola en 1982 y 1986, cuando conoció un encuentro homónimo que
realizaban en la Unión de Escritores de esa nación para intercambiar
sobre todas las cosas que les interesaban, sin conflictos ni intrigas
entre ellos. Después conoció que, en su natal Matanzas, los angolanos
que vivían al sur de la provincia siempre organizaban cantos “makawa”,
que significaban “controversia”.
“Y la Maka
es eso: una conversación, un intercambio de ideas”, reafirma,
destacando una y otra vez que siempre ha tenido el objetivo de “rescatar
la memoria y el olvido”. Porque no sólo se trata de preservar la
memoria, en defensa de “nuestra identidad rellolla”, sino de salvar del
olvido aquellas raíces que se pierden, o que las hacen perder algunas
personas que han escrito la historia de forma eurocéntrica.
Makeras
y makeros, entre “fieles” y de nueva incorporación, se encontraron
nuevamente en la tarde del pasado viernes 3 de julio para reflexionar de
todo un poco: de las costumbres de fin de año y sus orígenes, del
significado de palabras habituales y olvidadas – como “mambí” o
“chévere” –, de la herencia cultural que se recicla una y otra vez a
otros niveles, de mangas japonesas y su relación con las pinturas
etíopes del siglo XIII, de la necesaria conciencia que debemos tener con
la riqueza de nuestro patrimonio, del reguetón y el tango que sonaba
hace siglos entre los negros africanos, de la tradición oral que ha sido
el arma de resistencia de las culturas menos favorecidas y de la
importancia de contar el papel del “pueblo-pueblo” en la historia, de la
epopeya diaria de aquellas personas que hacen la cultura nacional.
Por tratarse del mes de julio, dos conmemoraciones tuvieron una mayor atención en esta Maka:
el segundo aniversario del fallecimiento de la investigadora teatral,
ensayista y narradora Inés María Martiatu (Lalita), una makera
consagrada a quien la poetisa y performer Carmen González le rindió
homenaje particular; y el bicentenario del nacimiento de Mariana
Grajales, valorada por Furé como figura extraordinaria de la historia de
nuestro país que tiene muy merecido el reconocimiento de “madre de la
patria, rellollamente caribeña y universal”.
También
se conoció del trabajo que realiza la makera Ana María Luján con la
quinta edición de su libro sobre la participación de cubanas y cubanos
en la historia de los juegos olímpicos, donde están todas y cada una de
las personas que participaron y su desempeño – independientemente de si
ganaron o no alguna medalla – porque “todas esas personas aportaron un
granito de arena en la historia deportiva del país”.
La
presencia de la Primera Bailarina del Conjunto Folklórico Nacional
Zenaida Armenteros, Premio Nacional de Danza 2005, sirvió de colofón al
encuentro para rendirle homenaje a ese colectivo de artistas que
“convirtió cantos y danzas locales en acontecimiento nacional” e incluso
internacional, con los éxitos que han logrado durante sus
presentaciones por el mundo.
Se recordó el
surgimiento del Conjunto “desde abajo”, en 1962, cuando había que
superar los obstáculos de incomprensión al folklore, proceso en el que
la UNEAC jugó un papel fundamental con el apoyo recibido por Nicolás
Guillén y Marcelino Arozarena. A propósito, Furé insistió en sacar del
olvido aquellos momentos de la organización cuando se lograba un
“espacio de encuentro y hermanamiento, de apoyo recíproco” entre todas
las manifestaciones artísticas, en el contexto de un proceso
revolucionario que llamaba a reformular el concepto de la cultura
nacional.
Pero el tiempo vuela con Furé en su Maka,
porque el conocimiento de la cultura no tiene límites cuando se va a
sus raíces de la mano de un avezado folklorista. Habrá que esperar hasta
el viernes 4 de septiembre – después de unas merecidas vacaciones en
agosto, con la ayuda de todos los Santos – para retomar la segunda
temporada de la Maka con Furé para 2015. Entonces makeros y
makeras – fieles y novatos – retomarán esta experiencia del conocimiento
“por la recuperación de la memoria y el olvido”.
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