Qué sorpresa con la noticia en nuestros medios de que el gobierno asumirá – de nuevo – el resurgir de las populares "posadas". Pero mi asombro no va en sentido positivo, como algunos reaccionaron – ¡quién puede estar en contra de satisfacer los instintos más sanos! –, sino todo lo contrario: es que el Director de la Empresa Provincial de Alojamientos de La Habana dijo que "lo principal es demostrar que estatalmente podemos cumplir con ese propósito" – bueno, ¡hasta tenemos una Empresa Provincial de Alojamientos, con Director y todo! supongo que también secretarias, carros, gasolina, etc. –
Qué pena constatar que aún queda gente, sobre todo en cargos decisivos del gobierno, que todavía creen que el Estado puede ser eficiente para asumir esos servicios. Sobre todo, después que hemos pasado casi 50 años demostrando que no, que la "ofensiva revolucionaria" de 1968 fue un error, que esos servicios estatales son un gasto público que abre la puerta a la corrupción y al robo. Parece que algunos lo ven claro para el caso de las barberías y las peluquerías, pero no para otras cosas.
Y no me incomodaría si no fuera porque significa una carga pesada para el gobierno cuando, con tan pocos recursos que se tienen, hay tantas otras necesidades de gastos indispensables: hay tantas calles y aceras que reparar, hay tantos parques y avenidas que iluminar, hay tanta basura que recoger, hay tantos círculos y escuelas que pintar... y todo se carga a la misma cuenta, al famoso "erario público" del que no se sabe mucho, porque no hay una rendición de cuenta o un debate transparente de por dónde van sus gastos.
Lo más penoso es que porque se piense así algunos creen que se es menos "socialista", otros hasta son acusados de "neoliberales". No, compañeros y compañeras, eso es pensar más racionalmente – léase también responsablemente – en el gasto público.
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