lunes, 23 de marzo de 2009

Comienza campaña contra la homofobia del 2009


El próximo jueves 26 de marzo se iniciará la “Campaña por el respeto a la libre orientación sexual” del 2009, con una conferencia de la Directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), Mariela Castro Espín, en la Universidad de La Habana.

Muchos recordarán que el año pasado se realizó una jornada alrededor del 17 de mayo –declarado desde el 2003 como el Día Mundial contra la Homofobia y algunos países ya lo han asumido como fecha de celebración oficial-, que tuvo sus actividades centrales en el Pabellón Cuba y contó con numerosos eventos colaterales en La Habana y en provincias. Muy importante ha sido el apoyo de numerosas organizaciones e instituciones cubanas, como la Unión de Jóvenes Comunistas, el Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH/Sida, el Ministerio de Cultura, la Fundación Ludwig, etc.

Sin embargo, una de las peticiones de los que participaron entonces fue no limitarse a recordar el tema solamente un día del año, sino hacer este trabajo de forma sistemática y tratar de llegar a la mayor cantidad de personas, como la mejor manera de transmitir y reforzar el mensaje de lucha contra la homofobia.

Este año los organizadores han querido centrar el trabajo en los jóvenes y estudiantes universitarios porque, obviamente, cuentan con una gran capacidad transformadora en el ámbito familiar y social, sobre todo con vistas al futuro de la nación. A partir de la actividad del jueves, seguirán un ciclo de conferencias y otros eventos, cuyos detalles se podrán encontrar en un sitio web que el Centro ha habilitado para ello: www.cenesex.sld.cu/diversidadnatural.html.

La homofobia es una enfermedad, descrita como la aversión, el miedo, el odio, el desprecio y cualquier otra forma de discriminación hacia las personas homosexuales. De ahí también se deriva la transfobia, que es lo mismo, pero hacia las personas transgéneros -transexuales, travestis, transformistas y todas aquellas formas que "transgreden" lo que el heterosexualismo dominante califica erróneamente como lo "normal" en cuestiones de sexualidad. En esencia, la homofobia y la transfobia guardan una estrecha relación con otras formas de discriminación, como el racismo y la xenofobia.

Desafortunadamente la medicina no ofrece ninguna solución práctica para el remedio de esa enfermedad: no existe ninguna medicina que pueda curarla, ni existe solución quirúrgica... tal vez algún largo y tedioso tratamiento psicológico o psiquiátrico para los casos extremos -y ciertamente algunos lo necesitan. Pero la homofobia común, la de todos los días, esa que insulta cuando se mira mal o se excluye, cuando se hacen comentarios o "chistes" homófobos, esa que ofende por omisión... a esa hay que abordarla de otra forma. Precisamente por eso es necesario organizar campañas de bien público, dirigidas a educar y abogar por el respeto a la libre y responsable orientación sexual e identidad de género, como expresión de equidad y justicia social.

domingo, 15 de marzo de 2009

La diversidad sexual nuevamente a debate

Ya ha pasado un mes –qué rápido ¿no?- desde que se anunció la más reciente propuesta del cine-club “Diferente”, que se realiza los terceros jueves de cada mes en el Cine 23 y 12, organizado por el ICAIC y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Quiero llamar la atención sobre el afiche que acompaña este escrito y que ha aparecido en todos los cines del “Proyecto 23”, a lo largo de esa populosa avenida del centro de La Habana. Es el resultado del trabajo de dos talentosas diseñadoras del CENESEX, recién graduadas del ISDI -Gabriela y Anabel-, que nos seguirán sorprendiendo en esta campaña contra las discriminaciones por orientación sexual e identidad de género.

Los que asistimos la última vez al cine-club, salimos todos deprimidos por la forma en que el director israelí Eytan Fox contó la historia de amor entre Noam y Ashraf, un joven palestino y el otro israelí, en medio del doloroso conflicto religioso, cultural, étnico y político entre dos mundos, que convergen en esa zona del Medio Oriente. El debate que se hizo al finalizar la proyección fue el mejor ejemplo de que la historia de estos muchachos fue desgarradora para todos; casi nos quedamos sin habla y nos hacía falta tiempo para procesar lo que habíamos visto. Sin exageraciones, el filme “La Burbuja” nos cambió un poco a todos; es una de esas películas purificantes y reflexivas, para ser un tilín mejores (como diría el poeta).

Pero como la vida tiene de cal y tiene de arena, este jueves 19 a las 8:30 de la noche la propuesta del cine-club tiene un matiz “diferente”: se proyectará el filme norteamericano, de John Cameron Mitchell, “Shortbus” (2006) -o “La guagüita”-, un nombre muy sugerente donde se mezcla la música, el arte y el sexo de una forma aparentemente ligera y festinada. La película no trata de pornografía, sino sobre las emociones humanas y la relación con el sexo: un retrato de la sexualidad en la última década, un mosaico de experiencias en donde el placer es vivido como un vacío imprescindible…

Entonces parece que esta guagua sí tendrá un poco de película del sábado –por el aquello de “lenguaje de adultos, violencia y sexo”. Pero viene muy bien, porque la sociedad necesita quitarse un poco los prejuicios con relación a estos temas, que aún son tabú para muchas personas. Ante la falta de comunicación que existe para hablar abiertamente sobre homosexualidad en nuestro país, me parece que el problema no es sólo con relación a ese tema, sino más bien sobre la sexualidad en su conjunto… y ya va siendo hora de quitarnos ese velo y debatir sinceramente del asunto.

Para terminar, les propongo un comentario de Frank Padrón, a propósito de la película.

***

Una “guagüita” llamada Deseo

Por: Frank Padrón

Shortbus (algo así como “Guagüita”) es un club newyorquino polisexual y donde se puede hacer “de todo”; es también el título del filme norteamericano realizado en 2006 por John Cameron Mitchel (Hedwig and the angry inch, 2001 ) sobre la libertad total a la que conduce el absoluto exorcismo de los “demonios” de la libido, ese dar rienda suelta a los deseos sexuales sin hipócritas ataduras, moralinas ni compartimentos estancos que los propios seres humanos (en su afán controlador, léase castrador o dictador) (im)ponen y ejercen.

Tal el Infierno dantesco a su entrada, para definir el hedonista y epicureísta centro nocturno alguien dice: “Es como en los 60, sólo que con menos esperanza”, y no es otro que el propietario del club: Justin Bond – un reconocido drag queen del off neoyorkino que se interpreta aquí a sí mismo- , y en efecto: el Shortbus es un local donde conviven las proyecciones de cine artie, las performances musicales más variadas y, como decía, las expresiones de la sexualidad humana en su absoluto flujo, sin controles… aunque con ayudas.

Esa referencia a los cismáticos y revolucionarios años 60 no es, por supuesto, nada gratuita: hay una evidente nostalgia por la época en que la contracultura hippie trató de combatir los afanes guerreristas de todos los imperialismos, las absurdas tiranías de la sociedad de consumo y la estúpida y falsa castidad de la burguesía, con flores y amor…libre; las armas con que estos jóvenes combatían (“peace and love”) eran mucho más que un slogan: ellos lograron en muchos sitios de la revuelta sociedad norteamericana, extensiva a prácticamente el mundo entero, un microcosmos de autenticidad y belleza a su modo, aún mediante actitudes iconoclastas e irreverentes que aportaron no sólo un modo de vida sino un arte, una cultura y una cosmovisión cuyos frutos aún permanecen.

Al comparar la realidad en que se enmarcan (siglo, milenio nuevos) y que se arrastra desde los años 90 del XX, los clientes del Shortbus (y con ellos nosotros, en tanto espectadores) saben que al escepticismo, la desideologización y al nihilismo de aquellos hippies ya viejos, o de sus descendientes en varias generaciones, sólo les queda al parecer un arma: el “amor libre”, la sexualidad sin trabas, los vericuetos y atajos más variopintos y diversos para llegar a la realización humana. Y a eso, sin cortapisas, sin prejuicios, sin complejos, se encaminan.

Sofia anda tras el elusivo orgasmo, Severin, para quien alcanzar el clímax resulta tan fácil como chasquear los dedos, no puede interactuar con otro ser humano si no es de manera superficial, literalmente epidérmica , mientras los hombres no la llevan mejor con sus factibles eyaculaciones, criaturas anhelantes y algo tristes, corriendo detrás de un indicio de felicidad obcecadamente esquivo: un joven voyeur muy conservador que en el fondo desea dar rienda suelta a su homosexualidad latente; un salvavidas de piscinas con un trauma sexual ¿insoluble?…

Así el filme va perfilando un acercamiento a sus personajes, muy caro en esencia a la teoría queer en su afirmación de la diferencia dentro de las categorizaciones en grupos sexuales, escapándose al mismo tiempo a la idea de “rareza” o “perversión” tolerada y santificada por la comunidad y los medios masivos, que suele darse cuando éstas no se apartan demasiado de los estereotipos al uso.

Como todo debe decirse, más allá de los comportamientos sexuales, los protagonistas de Shortbus resultan un tanto simplones y maniqueos, inconcebible sobre todo si se trata (como es el caso) de cine independiente; verbigracia: ese que se vanagloria de jugar con personajes reales a través de diálogos cuasi naturales, de una puesta en escena espontánea y liberada de restricciones –aunque en no pocas ocasiones signifique pobreza y reiteratividad-, o incluso de un guión que en esta ocasión es obra colectiva (los propios actores colaboraron mediante sus vivencias con el escritor y realizador).

Pero lo que de veras importa en este filme es su manera directa, espontánea y sin afeites de celebrar el joie de vivre (las ganas de vivir) mediante eso que fue dado al ser humano no sólo para asegurar descendencia, pese a que durante siglos la Iglesia y la Ciencia lo predicaron así, sino para, en su pluriformidad y diversidad, conquistar desde la tierra, un pedazo del cielo.

¿O qué otra cosa es el “alumbrón” final de esa Nueva York hasta entonces turbia y apabullante que celebra ahora, con sus infinitas luces artificiales, el arcoiris que le nace dentro a esa mujer final, definitivamente satisfecha?

sábado, 14 de marzo de 2009

¿El fin del “embargo”?

No por ser un tema manido, y que se repite una y otra vez, deja de sorprenderme –y de incomodarme- cada vez que sucede: los medios de prensa no suelen ser muy exactos a la hora de dar noticias y, cuando se trata de Cuba, repiten tanto una mentira que la convierten en verdad -cuando les conviene, debo acotar. Y la gente no tiene tiempo para entrar en detalles, ni para investigar. Entonces asumen como tal la información –o, mejor dicho, la desinformación.

En estos días está de moda hablar de la “flexibilización” de la política hacia Cuba prometida por el Presidente Obama en su campaña. “La decisión del Senado de Estados Unidos de aliviar el embargo que Washington aplica a la isla tuvo hoy reacciones positivas en Cuba”, anunciaba EFE el 10 de marzo. “El presidente Barack Obama convirtió el miércoles en ley un proyecto que flexibiliza las restricciones de viajes y comercio con la isla”, decía Reuters un día después. “El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sancionó este miércoles la ley que alivia el embargo a Cuba” dijo ese mismo día IPS. Por su parte, El Correo Digital, de España, anunciaba en titulares: “Obama reabre las fronteras con Cuba”. Tal pareciera que estamos hablando del fin del “embargo”. Pero, ¿de qué se trata en realidad?

El 10 de marzo el Congreso de Estados Unidos aprobó la ley del presupuesto, donde el representante demócrata por el estado de Nueva York, José Serrano, logró introducir un anexo en el que se prohíbe el uso de fondos federales para hacer cumplir las restricciones sobre Cuba impuestas en 2004 por George W. Bush: las limitaciones de viaje de los cubano-americanos a su país de origen y del envío de remesas a sus familiares. O sea, volvemos a la política de hace sólo 5 años, la que tenía Bush en su primer período, y se desmontan aquellas aberrantes decisiones. ¿Es eso levantar el “embargo”?

Tras la aprobación de la ley -una de las más importantes que debe aprobar el Congreso, al conceder los fondos para que funcione el gobierno-, pasó a la Casa Blanca y fue firmada el 11 de marzo por el Presidente. No es por menospreciar la acción, pero seamos justos: lo que hizo Obama fue firmar la decisión del Congreso. O sea, concretamente: no bloqueó la parte sobre Cuba de la ley, como hubiera hecho su antecesor. Una buena señal pero, en realidad, no modifica lo que conocemos como el bloqueo económico, comercial y financiero que llevan aplicando ya casi 50 años.

Hay un detalle interesante: para calmar la rabia de los furibundos senadores demócratas anticubanos -Bill Nelson, de Florida; y Robert Menéndez, de Nueva Jersey; que amenazaron con bloquear todo el presupuesto-, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, se vio obligado a ofrecer concesiones y se comprometió (por escrito) a la interpretación más restrictiva posible para no desmantelar el bloqueo. Esto se aplica, específicamente, hacia una medida aprobada en la propia ley que podría facilitar las regulaciones vigentes sobre ventas de comida y medicina. El Tesoro aseguró, mediante complejas razones legales, que en la práctica no habría cambios sustanciales.

Casualmente, por esos días también se conoció de la primera sanción contra una empresa norteamericana durante la administración Obama por violar las normas del bloqueo: según la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro la compañía Lactalis USA, de Nueva York, actuó de manera ilegal entre 2004 y 2007 al hacer, "sin la debida licencia, seis transferencias financieras electrónicas en las que Cuba o un ciudadano cubano tenía interés". Y por ello debe pagar 20 950 dólares de multa.

Para colmo, también se supo en estos días que los miembros de la organización Pastores por la Paz, acusados de violar leyes que prohíben viajar a ciudadanos estadounidenses a este país –entre ellos Lucius Walker, líder del grupo, y varios de sus integrantes- fueron citados a comparecer el jueves 12 de marzo ante la jueza Judith Gishe, del Tribunal Supremo de la ciudad de Nueva York, por sus peligrosas acciones.

Entonces, al menos por esta vez, tendremos que seguir esperando por la anunciada “flexibilización” del bloqueo. Mientras tanto: “business as usual”, como dicen ellos.