miércoles, 22 de julio de 2020

Con un himno en la garganta: un libro para Inocencia, de Alejandro Gil

Tomado de: http://www.cubacine.cult.cu/es/articulo/con-un-himno-en-la-garganta-un-libro-para-inocencia-de-alejandro-gil

Hay libros que pueden complementar una película, profundizar en su trama y personajes y ampliar el impacto social de la obra cinematográfica. Su efecto es más sólido si se trata de un acontecimiento histórico real, que ha marcado la esencia de nuestra nacionalidad.

Este es el caso del libro Con un himno en la garganta. El 27 de noviembre de 1871: investigación histórica, tradición universitaria e Inocencia, de Alejandro Gil, coeditado en 2019 por la Editorial UH y Ediciones ICAIC bajo la coordinación de José Antonio Baujin y Mercy Ruiz, directores, respectivamente, de ambas casas editoriales.

En sus más de 200 páginas el texto documenta, amplía a otros contextos y hurga en los detalles de los acontecimientos relacionados con el asesinato de los ocho estudiantes de medicina en la Cuba colonial, el 27 de noviembre de 1871, y la realización del filme Inocencia (2018), de Alejandro Gil, que tuvo un gran impacto en la población cubana al narrar con extraordinario humanismo tan horrible suceso.

A partir del estremecedor poema de José Martí A mis hermanos muertos el 27 de noviembre, del que se toma el título del libro, la primera parte del volumen, “En brazos de la patria agradecida”, presenta diferentes aristas del tema desde la historiografía, el imaginario universitario y la sacralidad, que explora un asunto tan poco tratado como los monumentos conmemorativos al acontecimiento histórico.

El segundo acápite, que ocupa la más voluminosa porción del libro, reproduce los textos originales de dos investigadores acuciosos: el documento presentado por Fermín Valdés Domínguez en 1887 ―inicialmente involucrado en los hechos―, realizado para demostrar la inocencia de quienes fueron sus condiscípulos; y la ponencia leída por el investigador cubano Luis Felipe Le Roy y Gálvez en 1971, con el mismo objetivo, en la conmemoración por el centenario de los hechos.

La tercera parte, titulada “¡Empieza, al fin, con el morir la vida!”, es dedicada específicamente al filme Inocencia. Sus textos exploran con más profundidad el papel del cine y la historia, el pasaje relatado en la película sobre la participación abakuá en los acontecimientos y culmina con la entrevista que le hiciera el narrador y ensayista Francisco López Sacha al realizador del filme, Alejandro Gil, y al guionista, Amílcar Salatti.

Baujin hace la introducción del libro con un artículo titulado “¡El cielo se abre, el mundo se dilata! El 27 de noviembre de 1871 hoy” y ubica al lector en contexto: explica detalladamente los sucesos que condujeron a la injusta condena a muerte de ocho jóvenes inocentes ―uno de ellos, incluso, no estaba en La Habana cuando sucedieron los hechos― y la prisión para otros 35 bajo la acusación de, supuestamente, profanar sepulcros de figuras emblemáticas del integrismo español, fundamentalmente, el de Gonzalo Castañón, mártir del Cuerpo de Voluntarios de La Habana.

Al destacar la actualidad del hecho y explicar por qué volver una y otra vez sobre él ―sin caer en simplificaciones ni retóricas irresponsables―, resaltó que sus perpetradores nunca imaginaron que estaban construyendo “uno de los más fuertes símbolos de la nación, del espíritu emancipador de la juventud, del estudiantado universitario rebelde frente al poder omnímodo castrador, de la capacidad de sacrificio y regeneración de la dignidad del pueblo” (Baujin y Ruiz, 2019, p.12).

En el texto que inicia la primera parte, “La historiografía en torno al 27 de noviembre”, el profesor Luis Fidel Acosta Machado repasa el copioso material de diversa índole y los testimonios escritos por contemporáneos y participantes directos que componen la producción historiográfica sobre el hecho hasta la actualidad. Esta amplitud se basa en su aseveración de que “todo estudio que se acerque a la gesta independentista cubana o, de manera más específica, a la Guerra de los Diez Años tiene, por fuerza, que tener en cuenta el horrendo crimen” (en Baujin y Ruiz, 2019, p.18).

Ante lo “imposible e infértil” de recoger a todos los que contribuyeron con investigaciones históricas, destaca como el primero de ellos el texto de Fermín Valdés Domínguez (1887) ―que se incluye en el libro―, el aporte de los historiadores españoles Antonio Pirala y Justo de Zaragoza (1895) y el del destacado historiador cubano Ramiro Guerra (1971).

Sin embargo, su análisis se centra en el documento de Fermín como “la mejor y más acabada visión de los hechos”, aunque es “un libro emotivo, construido desde el sentimiento”, y la monografía ―también incluida en el libro― de Le Roy destaca por su profesionalidad y precisión científica.

Enfocar al acontecimiento histórico como un “hecho fundacional de la sacralidad patriótica” es el objetivo del segundo texto de esta primera parte, escrito por el investigador Leonardo M. Fernández Otaño bajo el título “Entre la sacralidad y la ideología: los monumentos conmemorativos dedicados a los ocho estudiantes de Medicina”.

Fernández Otaño basa su tesis a partir de la construcción de tres monumentos, distribuidos en el paisaje urbano habanero y que tienen una gran significación para el pueblo: el panteón mortuorio donde descansan los cuerpos, el memorial ubicado en La Punta, cerca del Paseo del Prado, y el mausoleo inaugurado en 1959 en la Necrópolis de Colón. Tras analizar los detalles de cada uno y el discurso simbólico que encierran, el autor invita a preguntarse cómo se construye la historia y se reafirma como arma de validación cultural.

Para la doctora en Ciencias Históricas Francisca López Civeira, quien cierra esta parte del libro con su escrito “El 27 de noviembre en el imaginario universitario”, todo lo concerniente al fusilamiento de los estudiantes no fue un hecho aislado, sino una acción del poder español bajo la percepción de que la universidad era un foco de laborantismo ―término usado por los colonialistas para identificar a los defensores de la independencia― y había que españolizarla. Es por ello que en la conmemoración de esa fecha “se unen el homenaje a los mártires, el combate frente al dominio externo y la lucha por una universidad científica, incluyente, al servicio de la nación (…)” (en Baujin y Ruiz, 2019, p.35).

Ya Martí lo había señalado en su conocido poema ―desde su destierro, donde supo de los hechos― y, al representarlos en cadáveres que murieron “con un himno en la garganta”, resaltó la significación patriótica del crimen como una venganza del despotismo español.

Ello caló tan profundamente en la vida universitaria que ya desde el fin del dominio colonial se empezó a recordar el 27 de noviembre en los predios estudiantiles y se incluyó en el calendario oficial universitario, como día de duelo. En el texto se puede encontrar una descripción detallada de los diferentes momentos por los que pasaron las luchas universitarias en el siglo xx, sobre todo después del surgimiento de la FEU, en 1922, cuando la fecha se transformó en jornada de combate.

La segunda parte es la que le da al libro una importancia documental de trascendencia histórica, para complementar lo que el público pudo ver en el filme y lo que los estudiantes han conmemorado año tras año, por más de un siglo.

Después de ser editado y corregido varias veces por el propio Fermín Valdés Domínguez, se reproduce el libro validado por el autor y que publicara un año antes de morir, en 1909, al que se le subsanaron algunas erratas y se le actualizó la ortografía, para favorecer la lectura. Además, se le añadieron las notas que Le Roy preparó en 1969 para su publicación por la Universidad de La Habana. Por lo tanto, se trata de la más completa presentación de este documento hasta la actualidad.

Al incluirse también la investigación de Le Roy, que le da un nuevo enfoque desde la distancia en el tiempo, le agrega mayor fundamento al libro. Su perspectiva refuerza el debate sobre el tema al insistir en que eran inocentes frente a la acusación de que eran objeto, pero pruebas hay para afirmar que formaban parte de la atmósfera de ideas que fraguaba el ideal de una Cuba emancipada del yugo colonial.

La doctora en Ciencias Literarias Astrid Santana Fernández de Castro comienza la tercera parte del libro con el texto “Inocencia de Alejandro Gil. El cine, la memoria y las figuraciones históricas”. En su análisis, destaca que la importancia del cine no es para recuperar el pasado, sino para evocarlo dentro del dominio estético de imágenes de ficción y representación. Resalta que, al construir una película histórica que reivindica la humanidad dolorosa del pasaje ―fiel a los personajes y a los acontecimientos― lo traduce al arte y lo redimensiona en su potencial simbólico.

Cuando la autora repasa varios pasajes del filme, llama la atención sobre el concepto utilizado por sus realizadores respecto a la “revelación”: el descubrimiento como momento climático, “donde convergen la amistad, la actuación patriótica y la redención a través del recuerdo” (en Baujin y Ruiz, 2019, p.180), tal cual era el espíritu del libro de Fermín Valdés Domínguez.

“No es posible pensar el cine histórico como registro documental sino como acto creativo que contribuye a la fabricación del relato memorístico” (en Baujin y Ruiz, 2019, p.182), reafirma, y destaca el guion cinematográfico por su elaboración dramática, la caracterización de los personajes y los conflictos a partir de los diálogos pues, en una historia de la que se conoce el final, el acento está en el desarrollo de las acciones narrativas que conducen al clímax. “La ficción fílmica es una manera de filtrar el pasado, acentuar los mitos y reanimar los panteones desde la figuración”, concluye Santana (en Baujin y Ruiz, 2019, p.192).

Por su parte, la doctora en Ciencias sobre Arte Lázara Menéndez ofrece una perspectiva diferente sobre el filme en su texto “Los abakuás en Inocencia y las provocaciones a la Historia, la memoria y la justicia”, pues lo enfoca desde la relación etno-racial que se pone a disposición de la reflexión del público como memoria.

Con el recurso de un personaje negro y abakuá, hermano “de leche” de uno de los asesinados, se perfila el tema de la racialidad de una forma poco vista en el cine cubano: sin dependencias de la hegemonía blanca y como “un canto a la libertad de espíritu, al compromiso y a la descolonización de la memoria en su doble acción nacional y supranacional, sin aires de exotismo, prepotencia, violencia y sí de honor, tenacidad y amor” (Menéndez, en Baujin y Ruiz, 2019, p.195).

De esta forma se introduce en el filme la subtrama del intento valiente y suicida de un grupo de abakuás para rescatar a los estudiantes condenados a muerte, algo que no ha sido muy conocido ―a partir del propio carácter secreto del modo de vida abakuá― ni tampoco corroborado, pues aún es discutido por los historiadores.

Sin embargo, resalta la situación de que, al hacerlo, nos sitúa en un contexto particular de la Cuba colonial: el racismo. Tras un interesante análisis de esta sociedad de negros, que fueron reprimidos y tratados con prejuicios y estereotipos de criminalidad por los españoles, señala que la película invita a llenar los silenciosos vacíos de nuestra historia que están llenos de injusticia y crueldad.

El colofón del libro no puede ser mejor que la entrevista de López Sacha con el título “Sangre, sudor y lágrimas (negras): un diálogo posible con el cine de Alejandro Gil y Amílcar Salatti”, quien ubica al filme en la condición de “cinematografía de tesis” y utiliza la historia solo para ubicarnos en el contexto de las ideas que se quieren transmitir.

“Inocencia se define como un proyecto modélico en el tratamiento de un acontecimiento histórico por el arte, y pertenece por derecho propio a ese cine, histórico o no, que indaga, investiga, deduce y concluye una verdad aplastante”, reafirma el ensayista (en Baujin y Ruiz, 2019, p.201).

Junto al acucioso análisis crítico que hace del filme, del uso de las locaciones y la iluminación, del vestuario y la puesta en escena, en amena y sustanciosa lectura se disfrutan anécdotas y conceptos de la realización que sorprenden y energizan: desde la intención del realizador por acercar las inquietudes, actitudes e ideas de los protagonistas a los muchachos de hoy ―para que pudieran tener “puntos de contacto con los jóvenes cubanos de esta generación”―, hasta el estudiado efecto de silencio en la capilla, cuando no aceptan el perdón del oficial que va a fusilarlos y se reflejan así en símbolo de la entereza moral y la revolución.

“Ahora, luego de ver el filme realizado, es que percibo que tiene una gran resonancia cultural y política, que habla de la conciencia cívica, del amor y de la condición identitaria del cubano (…)”, confiesa Alejandro Gil (en Baujin y Ruiz, 2019, p.205).

Un libro realizado con inteligencia, que viene a completar con nuevos elementos ese filme tan gustado, lleno de patriotismo y justicia. El valor de sus trabajos lo convierten en un material de consulta inevitable si se quiere revisitar los acontecimientos relacionados con el 27 de noviembre y más, con nuestras raíces. Como refiere la rectora de la Universidad de La Habana, Miriam Nicado, en sus primeras páginas: es una buena obra de historia que “vuelve al pasado para significar el presente”.

Referencias bibliográficas:

Baujin, J. A., y Ruiz, M. (Coord.). (2019). Con un himno en la garganta. El 27 de noviembre de 1871: investigación histórica, tradición universitaria e Inocencia, de Alejandro Gil. La Habana: Editorial UH y Ediciones ICAIC.