lunes, 30 de julio de 2018

El Moncada fue una rebelión contra las oligarquías y los dogmas revolucionarios

El aniversario 65 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes fue conmemorado por la Asociación de Escritores en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC, durante la mañana del 23 de julio, con un panel titulado "El 26 de julio en el pensamiento de Fidel y del Ché". El historiador Luis Suárez, quien moderó la mesa, resaltó que no se pretendía abundar en las discusiones historiográficas, sino particularizar en la mirada de estas dos grandes personalidades de la revolución cubana sobre esos acontecimientos y su significado histórico.
El inicio estuvo a cargo del historiador Jorge Renato Ibarra, quien ofreció un bosquejo histórico de la crisis institucional en Cuba durante los años 1950, antecedente importante para la conformación de un impulso revolucionario en el país. 
Entre otros elementos, destacó la descomposición de los partidos políticos y el aumento de la corrupción, el "gangsterismo" como método de chantaje político, la desviación del uso de los fondos que permitieron las llamadas "botellas", etc. En ese contexto, surge el Partido Ortodoxo - tras la fragmentación del Partido Auténtico - con el liderazgo de Eduardo Chibás, quien desarrolló una aguda crítica a la corruptela y por el adecentamiento público.
Ante la inminente victoria del Partido Ortodoxo en las elecciones de 1952, el golpe de estado de Batista del 10 de marzo significó la descomposición del sistema institucional democrático y el fin de las garantías públicas. Aunque no hubo una convocatoria a la resistencia popular, ni de lucha activa, se inició una etapa de conspiración y resistencia popular en la que Fidel Castro y otros de su generación —tras el fracaso de la expedición de cayo Confite— se convencieron de que la única forma de derrocar a la dictadura era por las armas. En ese contexto surge el plan del Moncada y del Carlos Manuel de Céspedes, que fue el inicio de una nueva gesta por la verdadera independencia de Cuba.
En ese contexto, Luis Suárez resaltó que muchas fuerzas dispersas en el entorno sociales fueron agrupando para la acción armada, que se conformó como parte de una arquitectura conspirativa apasionante - encabezada por Fidel - que le dio al líder una estatura como dirigente nacional y un reconocimiento general.
La vicepresidenta de la Academia de Ciencias de Cuba, Olga Fernández Ríos, particularizó precisamente en las reflexiones posteriores que hizo Fidel sobre las acciones del 26 de julio, destacando su discurso de 1973, en la celebración de su XX aniversario. Recordó que Fidel estuvo analizando sobre el tema casi hasta los últimos días de su vida, pero fue en ese momento cuando expresó con mayor claridad sus ideas y la importancia que tuvo en la lucha revolucionaria posterior.
En ese discurso sistematiza y fundamenta las bases estratégicas, ideológicas y políticas, de la revolución cubana y la urgencia que tenían ante sí aquellos jóvenes para crear el movimiento. Cuando otros se preguntaban quién era el autor intelectual de esas acciones, en el complejo contexto social cubano, Fidel señaló a Martí como la guía inspiradora y fundamenta sus razones, con un análisis histórico desde los inicios de la lucha por la independencia.
Igualmente, en el referido discurso Fidel parte de un análisis profundo de lo que aportó el marxismo y el vínculo que tuvo para sentar las bases de la elaboración de la estrategia revolucionaria. Era necesario entonces tomar en cuenta el entorno geopolítico de la Cuba de aquel momento, el concepto de la sociedad dividida en clases y la alianza entre ellas, el papel de las masas y el papel del estado tras la toma del poder político. 
Se destaca, sobre todo, el concepto de pueblo en la gesta revolucionaria, la interrelación entre movimientos y partidos, el sujeto plural para llevar adelante la lucha. Esta idea, desarrollada desde el inicio, entraba en contradicción con el concepto de entonces que tenía la internacional comunista, lo que provocó no pocas contradicciones con el Partido Socialista Popular (PSP-comunista).
Sin embargo, Fidel reconoció en 1975 los fundamentos del marxismo en la organización de la táctica y la estrategia revolucionaria, sobre todo en lo relacionado con la importancia de la toma del poder político y el papel de la lucha de clases que desataría la lucha. 
Olga Fernández indicó que sería injusto obviar estos análisis hechos por el propio Fidel, pues no hay movimiento revolucionario sin aportes a la teoría de la revolución social. Para el mismo líder, el Moncada fue el punto de llegada de las condiciones objetivas y el punto de partida para crear las subjetivas y lanzar la estrategia revolucionaria.
Como dijo la heroína Aydee Santamaría: el Moncada les reveló que el problema no era derrocar a un hombre, sino cambiar el sistema; pero si no se hubiera ido a derrocar al hombre, no se hubiera tomado conciencia de la necesidad de cambiar el sistema.
Luis Suárez resaltó el razonamiento de Fidel en el que se señala al pueblo como sujeto y, a partir de las condiciones en la sociedad cubana, incluir todos sus componentes. Es un análisis de creación en el que incluye a la clase obrera, pero no lo reduce a ella ni a la alianza obrero-campesina, y en donde lo subjetivo adquiere un papel activo y dinámico.
Por su parte, el historiador Jesús Arboleya - el último orador del panel – profundizó en la influencia del Moncada en el pensamiento del Ché, quien expresó claramente en su Diario de la Guerrilla en Bolivia que ese acontecimiento histórico "fue un asalto contra la oligarquía y contra el dogma revolucionario".
Destacó que esa fue la última de sus referencias al respecto y vale destacar que, en medio de su difícil situación en la selva boliviana, rodeado del ejército enemigo, fue capaz de encontrar espacio para reflexionar en la importancia estratégica del Moncada para el futuro de la lucha. Por una parte, fue una acción contra la oligarquía como fuerza matriz del sistema de dominación imperante; por la otra, rompe con un concepto del movimiento comunista de la época que, alejado del sentido popular, hubiera llevado a la asfixia del proceso revolucionario.
Arboleya indicó que Fidel fue capaz de integrar el pensamiento anterior —entre ellos los de Mella y Guiteras— para darle esencia de masas a la lucha armada, en una decisión anti dogmática que debe ser objeto de análisis revisitado por las ciencias sociales. El Ché, desde el momento mismo de su incorporación a la lucha cubana, vio en el Moncada su revolución: la vivió, la estudió y se comprometió con ella. "No sólo vio la bravura, sino la estrategia", reafirmó.
Luis Suárez coincidió en que la estrategia de Fidel rompió con varios dogmas establecidos en la época para la lucha revolucionaria: el supuesto papel determinante del ejército en la revolución —que los cambios podían hacerse con el ejército o sin el ejército, pero nunca contra el ejército— y el concepto de realizar una primera etapa "popular, democrática y antimperialista", bajo el liderazgo del partido comunista como vanguardia del proceso.
Además, la historia no debe ser vista en el contexto nacional, sino como parte de la situación latinoamericana: lo que había sucedido en Guatemala con Arbenz, en Argentina con Perón, el Bogotazo de Colombia, en la que el propio Fidel participó.
En este sentido, Olga Fernández insistió que el tema del partido amerita más reflexión, desde la perspectiva de tomar el poder político y construir un partido para dirigir la revolución, sobre la base de la unidad de todas las fuerzas y la organización de la lucha.
Recalcó que la teoría es fundamental, pero hay que saber manejar la táctica y la estrategia. Fidel fue un maestro en ello y, aunque su obra está dispersa, es un pensamiento muy abarcador con una enseñanza importante en la simbiosis con el Partido Revolucionario Cubano, que redefine como elemento esencial la unidad, sin desplazar a ninguna de las fuerzas que podían aportar a la lucha.

viernes, 20 de julio de 2018

Homenaje a Nicolás Guillén en su natalicio


En la mañana del martes 10 de julio, justo cuando se cumplían los 116 años del nacimiento de nuestro poeta nacional, la Fundación Nicolás Guillén le rindió homenaje en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC con un panel que sirvió para presentar una nueva edición —dedicada para esta ocasión— de su famoso cuaderno de poesías Cantos para soldados y sones para turistas.
El primero en intervenir en el panel fue el destacado poeta, crítico y promotor literario Virgilio López Lemus. Al hablar del texto de Guillén, a quien consideró "uno de los grandes poetas de la lengua española del siglo XX", esbozó el contexto literario en que fue publicado en el año 1937, las tendencias y corrientes líricas que tributaron en su obra como el intimismo, el neo romanticismo, la ironía sentimental y la poesía escrita por mujeres.
Destacó que la década de 1930 fue una época de mucha fuerza en la poesía hispanoamericana y la cultura cubana tuvo una gran influencia de la producción literaria de connotados escritores como Federico García Lorca, Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez, Porfirio Vargas, entre otros. En ese contexto también surgió la llamada "poesía pura", floreció la poesía social y política y la corriente intimista, que tuvo una fuerte presencia en Dulce María Loynaz.
Valoró que la poesía neo romántica sí tuvo una influencia en la poesía de Guillén, con la presencia de una emotividad muy fuerte, dándole al verso un ritmo determinado con el objetivo de lograr un efecto mayor en su expresión.
Mirta Aguirre, Emilia de Portal, Serafina Núñez, Mercedes Correi, Mercedes García, Josefina Cepeda, Emilia Bernal, entre otras, fueron las más de diez mujeres que representaron el movimiento femenino que surgió con fuerza en esa época en la poesía cubana, algo que no había pasado antes en la cultura nacional y tuvo un amplio impacto en la producción literaria de entonces.
Fue una década también importante para el desarrollo de la poesía infantil y el crecimiento del interés para hablar sobre el Caribe y el Trópico. Aunque, sin lugar a dudas, fue el momento de auge de la poesía y la pintura "negrista", que se capitaliza particularmente en Guillén. Al respecto, indicó que Nicolás es de difícil clasificación dentro de la poesía negra, pues alcanza una fusión muy particular con la poesía social.
Consideró que, en la práctica, Nicolás utilizó todos estos elementos de su contexto literario para hacer más efectiva su intención social. Recalcó que "la poesía no se hace solo con palabras e ideas, sino también con vibración", por lo que la sapiencia de nuestro poeta nacional estuvo en la utilización de palabras fuertes y sonoras para que el texto no pasara desapercibido entre lectores no habituados a la poesía.
Esto fue muy importante para que sus textos se volvieran referentes de la poesía cubana, con un sentido popular del ritmo, el uso de elementos de humor, tomando como base los versos semi libres, la reiteración rítmica de palabras, la combinación de rimas consonantes y asonantes – en las que pasa de una a otra de una forma magistral -, el variado uso de estrofas y del estribillo con reiteración de versos a modo del son.
Junto a estos estilos literarios, Guillén manejó contenidos que cautivan al lector, como la solidaridad de clase, el soldado como parte de la gente pobre, el antimperialismo, el mundo de la pobreza en contraste con los turistas, la guerra injusta, la violencia militar en medio de la violencia social.  De ahí que valorara este texto como un libro "neopopularista", no sólo por la forma sino por el contenido, aunque rebasa sus fronteras pues le incluye un mensaje político que se mezcla con la vida del pueblo.
Expresó que este libro es una suerte de preámbulo para su colección El son entero — que constituye un momento de alto vuelo y uno de los más grandes momentos de la poesía cubana— y valoró que estos cantos no se limitan a los soldados y turistas cubanos, sino que se desborda al enmarcarse en el contexto caribeño, que siempre caracterizó a Nicolás.
Por su parte, la historiadora y ensayista Francisca López Civeira (Paquita) indicó que cada época tiene una expresión en la narrativa que ayuda a entender cómo las personas están viendo su entorno, lo que ayuda a los historiadores para entender el momento histórico. En ese sentido, el poemario Cantos para soldados y sones para turistas es un ejemplo claro de la expresión de la intelectualidad cubana de esa época tan convulsa en la historia nacional.
Para entenderlo, hay que situarse en el entorno social y político de la nación: el proceso revolucionario de los años 30 contra la dictadura de Gerardo Machado, el ascenso del militarismo no sólo en Cuba sino en el contexto de la aplicación de la "Política del Buen Vecino" por parte del presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, el ascenso del fascismo y la guerra civil en España.
Particularmente en Cuba entró en crisis la estructura monoproductora y monoexportadora y el gobierno de Gerardo Machado aplicó reformas desde el poder que provocaron una reacción de la sociedad, ante el desgaste político de liberales y conservadores, además de la corrupción político administrativa. Se desarrolla un movimiento cívico en el país que provocó un cambio en la psicología colectiva y la política se vuelve más popular: obreros, campesinos y mujeres empiezan a actuar de forma organizada.
Es un período muy rico en un contexto de cambio, de quiebra del poder oligárquico, con nuevas fuerzas que se hacen sentir y se incorporan a la vida política del país. "Es una eclosión en la cultura cubana", indicó, un entorno de nuevos fenómenos que tendrá su espacio de expresión en la intelectualidad. "La sociedad ha cambiado y la producción intelectual responde a esos cambios", reafirmó.
Este poemario está lleno de referencias a ese contexto histórico, con una identificación hacia los de abajo en contraposición con el poder, con la peculiaridad de que incluye a los soldados en esta clase inferior como objetos manipulados por el poder, sin diferencia del color de la piel. No obstante, recalcó que no se trata de un cuaderno pesimista pues ve la posibilidad al futuro y transmite aliento y perspectivas en el porvenir.
Denia García Ronda, directora académica de la Fundación, agradeció las conferencias ofrecidas sobre esta "excelente obra desde una perspectiva literaria" y destacó que no se trata de dos poemarios juntos, sino de dos puntos de vista para una misma situación social y política: desde la perspectiva del poder, con los soldados que son parte de "los de abajo"; y desde la influencia extranjera, específicamente los turistas, que expresan la presencia yanqui en Cuba.
Desde ese enfoque, a través de su personaje José Ramón Cantaliso, Guillén enseña La Habana profunda, la de la miseria y la tuberculosis. A la vez, demuestra su actualización en la evolución de la poesía hispanoamericana, pues el poemario viene a ser la síntesis de la influencia de la literatura de ese tiempo.
Agradeció el apoyo del Ateneo Cultural Morisco, de Sevilla en España, para la reimpresión de este cuaderno, muchos de cuyos textos han sido musicalizados por cantores cubanos y extranjeros que han asumido la obra Guillén para hacer su música. Además, agradeció a Graziella Pogolotti por el permiso otorgado para la portada del libro con la obra "Paisaje", de su padre el reconocido pintor cubano Marcelo Pogolotti.