La televisión cubana decidió, finalmente, poner fin al
silencio en el debate y la difusión de la política que se desarrolla en el país
con relación al acceso a Internet y las redes nacionales, en sus Mesas Redondas
Informativas del 7 y 8 de agosto. Difícil que en dos horas de transmisión se
puedan satisfacer todas las interrogantes y preocupaciones acumuladas tanto
tiempo por la población, pero ha sido bueno dar el primer paso.
Dos cosas me han quedado claras después de ver estos
programas: la primera es la imperiosa necesidad de superación comunicativa para
muchos de nuestros funcionarios, pues deberían cumplir eficientemente con su
labor de comunicar a la ciudadanía las políticas instituidas, en cuanto son funcionarios
públicos. Además de las complejidades
tecnológicas: con excepción del funcionario de Cubarte, pocas veces he visto
más útil las interrupciones del moderador.
No me considero un neófito en el tema, pero debo admitir que
me fue muy difícil comprender algunos aspectos y es fácil ver que, para
entenderles, habrán pasado mucho trabajo muchas personas en Cuba, totalmente
desligadas a las cuestiones tecnológicas. Al menos mi padre, que es FANÁTICO
(así, con mayúsculas) a las Mesas Redondas –pero por su edad está muy alejado
de la generación informática–, a los 15 minutos apagó su televisor y se puso a
hacer labores domésticas.
La segunda observación está más relacionada con el
contenido: me queda claro que, al parecer, han avanzado con cierto éxito las
estrategias de desarrollo de la incorporación de Cuba a la red con una
perspectiva desde las instituciones hacia la ciudadanía… pero falta mucho
camino por recorrer a la inversa.
Cualquier persona medianamente clara en cuestiones de economía-política
comprende las dificultades del país en la contratación de un mayor ancho de
banda a los proveedores del servicio de Internet a Cuba –que, por demás, entendí
que son estadounidenses. También es comprensible, por las mismas razones, la
prioridad que se le ha dado al fortalecimiento de las redes de educación, salud
y cultura: a la par de ofrecer abundante información a la población, para el
desarrollo de sus principales programas sociales, promueve avances
indiscutibles de la Revolución.
Pero ese es un enfoque desde arriba, desde lo que la
institucionalidad promociona y le interesa que la gente vea, tanto en Cuba como
en el exterior. Sin embargo, desde abajo los intereses varían… y surgen las
insatisfacciones.
Por lo general, amén del poco conocimiento que tenemos sobre
todo lo que podemos encontrar en las redes nacionales, la gente sabe dónde localizar
lo que busca para sus necesidades profesionales o educativas. O si no, trata de
encontrarlo en el buscador Google, Wikipedia o EcuRed, y si se puede –o
interesa profundizar– se siguen sus enlaces externos. De ahí que se cree tanto
desconcierto cuando se limita el acceso a estos buscadores, como quedó demostrado
en las preguntas recibidas por el programa.
¿Para qué más la gente entra a la red? Para revisar su
correo electrónico y para compartir en las redes sociales.
En el primero de los casos, quien no tenga una cuenta
institucional –por razones de trabajo– no le queda más remedio que hacerse una
cuenta en Internet, si tiene acceso o para cuando lo tenga (y la gente se lo
busca). No existe un servidor nacional que oferte gratuita y ampliamente este
servicio, de ahí que los accesos a Gmail, Yahoo y otros servidores mails externos
sean tan populares en Cuba (con el consiguiente consumo de conectividad
internacional del país).
¿No sería más útil y beneficioso –para todas las partes– que
contemos con servicio de email nacional gratuito y abierto mientras se cobre la
conexión, como en todas partes?
Estoy seguro que, en caso de existir, sería de la
preferencia de la gente, por las dificultades que se conocen cuando se tiene
una cuenta electrónica en el exterior. Recuerdo que CubaSi, en sus inicios, ofreció esta posibilidad… pero desapareció
casi de inmediato. Ahora ha surgido la oferta Nauta, pero sólo visible en los puntos de Etecsa (con sus colas y
sus horarios para no-trabajadores) y cobrada en CUC, lo que la hace inaccesible
para la mayoría de la ciudadanía.
En el segundo caso, a pesar de los ingentes esfuerzos en muchas
instituciones de cortar el acceso a las redes sociales… es inevitable, porque es
luchar contra la propia esencia de la creación de redes: la socialización. Pero
tampoco existe una red nacional donde podamos socializar, aunque se han hecho
sus intentos (hubo una que llegó a ser famosa, de la Universidad Central de Las
Villas –muy parecida a Facebook–, entre otros foros que han surgido y
desaparecen).
Existe una apreciación, sobre todo entre el personal
dirigente, que las redes sociales son una pérdida de tiempo y hacen disminuir
la eficiencia de sus trabajadores. Esto es echarle la culpa a la red de los
problemas de organización del trabajo: si las personas pierden el tiempo en las
redes sociales es porque no tienen nada que hacer, o porque no se les exige por
su rendimiento. Es como ir a una biblioteca y, en lugar de concentrarte en el
estudio, te dedicas a mirar a los demás y a comentar banalidades.
No por gusto se han hecho tan populares estas redes: con las
posibilidades que ofrecen hoy día, se han convertido en una herramienta útil
para tener un acceso más eficaz y directo a la información que te interesa ante
el inmenso y diseminado volumen de información de Internet; puedes modificar tu
perfil de tal forma que se adecua a tus intereses personales. Además de ser un
vehículo de difusión de tu trabajo y mantenerte en contacto con aquellas
personas que te interesa, sin contar el beneficio que tiene para el país la
posibilidad de irrumpir en ellas de forma proactiva.
¿Para qué más le interesa a la ciudadanía el acceso a la
red? Para vender y comprar lo que necesite (a pesar de los obstáculos que se le
ha puesto a Revolico), para postear y
comentar opiniones (aunque no hay ningún servidor nacional que ofrezca
posibilidades abiertas de blogs), para que se faciliten sus trámites y gestiones
ciudadanas (a pesar del fracaso del Portal
del Ciudadano).
Ahora que se anuncian nuevas posibilidades de acceso a la red
sería bueno adecuar más las políticas a la perspectiva de los intereses
ciudadanos (sin descuidar los avances institucionales, pues aún quedan
organismos –incluso a los más altos niveles, como la Asamblea Nacional– que al
parecer le dan poco interés, a juzgar por su poca utilidad y actualización).
El sueño de la informatización de la sociedad no podrá
lograrse si no se toman en cuenta las necesidades de la ciudadanía, pues su
impronta y su participación son las que la hará más auténtica. No hay dudas de
que ello redundará en beneficio del socialismo próspero y sustentable que
estamos llamados a construir.
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