jueves, 15 de agosto de 2013

Lamentable

Es triste que –aún cuando la Conferencia del Partido, hace ya un año y medio, acordó incorporar explícitamente a la orientación sexual en la lucha contra la discriminación como política en el país– los asesores jurídicos del Ministerio del Trabajo hayan decidido hacer caso omiso de ello y no la hayan incorporado en la propuesta del nuevo Código de Trabajo que se quiere discutir. ¿Olvido “involuntario” o resistencia de los operadores del derecho? ¿O qué?

Es triste que –aún cuando los movimientos de izquierda y progresistas en Nuestra América hacen visiblemente un uso consciente del lenguaje de género para corregir el pérfido machismo que hemos heredado del idioma castellano, incluyendo líderes como Chávez, Evo, Correa y qué decir de la Cristina– en el nuevo Código de Trabajo se proponga un artículo que pretenda institucionalizar el machismo en el lenguaje.

Es muy triste que nuestra academia, las personas de ciencias, quienes estudian y conocen del tema, vayan por un lado realizando aportes significativos en la materia… y las personas responsables de escribir las leyes vayan por otro y les ignoren flagrantemente.

Sin embargo, más allá de eso –y a pesar de ser Cuba faro y guía del movimiento revolucionario latinoamericano, precursora de un modelo emancipatorio en el continente–, es triste ver que una necesaria actualización al Código de Familia en Cuba (que suponemos incluye un simple reconocimiento a las parejas del mismo sexo –sin hablar de matrimonio, ni adopción, ni otra propuesta de avanzada–) esté dando vueltas entre organismos nacionales interesados desde hace más de 5 años y aún duerme el sueño eterno de algún papeleo institucional.

Mientras tanto, en América Latina ya Argentina –a pesar del Papa Francisco– tiene una Ley de Identidad de Género y el Matrimonio Igualitario, con derecho a la adopción incluido; en Brasil –que tiene uno de los índices más altos de violencia homofóbica en el continente– también tienen el Matrimonio Igualitario y el derecho a la adopción, en Uruguay y México DF –con su fama de machistas– las parejas homosexuales se pueden casar, en Colombia existe un sustituto legal igual al matrimonio y en Ecuador un sustituto inferior.

Cuando todavía debatimos tímidamente si se pone explícito o no el tema de la orientación sexual en nuestras leyes para protegerles de la discriminación, ya existen leyes protectoras explícitas de este tipo en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua, Uruguay, Venezuela, dos regiones de Argentina y 14 entidades de Brasil.

Pero no se trata de una moda internacional que vemos por TeleSur –porque es muy difícil, prácticamente imposible, que la prensa nacional hable del tema, para no “saturar a los medios”–: se trata de educar y actuar en función de ese sueño de lograr toda la justicia para todos y todas. Se trata de adoptar las medidas legales para garantizar y proteger el derecho de la ciudadanía, de forma clara y directa; para que el discurso que promulga que “estamos avanzando” aterrice en acciones concretas de respeto a la orientación sexual y la identidad de género de todas las personas.

Tomar en cuenta estos elementos en el nuevo Código de Trabajo sería un buen comienzo.

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