La convocatoria de
este 13 de junio para la Lectura de Viernes fue realizada por la
Asociación de Escritores de la UNEAC de conjunto con el Centro de
Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”, con una muy
sugerente propuesta de debate: Una mirada joven sobre Onelio, a
propósito de las celebraciones por el centenario de este escritor
cubano.
Eduardo Heras León,
vicepresidente de la Asociación de Escritores y director del Centro
Onelio, al hacer la introducción del encuentro, destacó que
constituía un momento vital para estas celebraciones pues “Onelio
siempre apostó por los jóvenes, con quienes mantuvo una relación
muy viva”.
Ante un auditorio
mayoritariamente juvenil, la moderación del panel estuvo a cargo de
Víctor Fowler, quien provocó a los muchachos en su intervención
inicial con varias inquietudes a analizar —como la percepción
actual de la narrativa de Onelio entre los jóvenes, ante los cambios
de circunstancias y el paso del tiempo— y la presentación de una
categoría fundamental: la posición canónica de los autores en una
determinada época y su cambio, como lógica natural dentro del
ámbito literario.
Al respecto, destacó
que “hay muchos Onelios, pero el más conocido es el de sus
personajes de extracción popular con una riqueza infinita”, lo que
se convirtió en un modelo narrativo después del triunfo de la
Revolución al encontrarse en absoluta sintonía con la política
cultural del país en ese momento. Ello se sintetizó con una frase
que lo ha identificado hasta la actualidad: nuestro “cuentero
mayor”.
El primero del panel
en reaccionar fue David Corcho, un joven recientemente graduado de
periodismo y egresado del Centro Onelio, quien se preguntaba si la
cuestión era que la juventud no leía a Onelio, o no leía —a
secas. Criticó los hábitos de lecturas actuales entre los jóvenes,
dedicados más a literatura ligera procedente del exterior, en lo que
inciden los aprendizajes que reciben de la familia, de la escuela y
de los medios.
Asimismo valoró que
a la juventud no le es muy atractiva la propuesta de Onelio a partir
del cambio en los paradigmas culturales del país, lo que también
influye en que ahora sea menos difundido que antes. Hablando de su
obra de los 40’ y 50’, en el lado negativo valoró la existencia
de “personajes clichés” y del mal tratamiento a los finales de
los cuentos; mientras que como fortalezas destacó la sencillez del
lenguaje, que se agradece, y que no fuera un escritor “moralista”,
pues prefiere comprender a sus personajes antes que juzgarlos.
La joven profesora
de la facultad de letras de la Universidad de La Habana, Susana Haug
—también egresada del Centro Onelio—, fue la segunda panelista
en intervenir y se distanció de algunos de los planteamientos
previos, para presentar elementos claves en la comprensión del
problema.
Desarrolló un
análisis multifactorial al respecto y entre sus elementos destacó
la imposibilidad de editar las obras de Onelio a partir de
limitaciones familiares, la realidad de que no haya podido ir más
allá de ser un “clásico local” —a pesar de ser un clásico de
la literatura cubana— y la ausencia de artículos de crítica a su
obra, tanto en Cuba como en el exterior.
Además, señaló el
poco interés de la juventud en leer nuestra literatura —ante la
exacerbación de figuras externas— y el encasillamiento que se ha
hecho de su obra como literatura para niños, de forma peyorativa, y
como un autor “realista” con tono “criollista”, lo cual le
impone una etiqueta que imposibilita ver su labor de diversos estilos
literarios. Estas etiquetas, con el cambio de paradigma que ha
sucedido en la literatura hispanoamericana de los últimos tiempos,
no han beneficiado su divulgación ni conocimiento profundo.
En breve y centrada
intervención, la tercera panelista Claudia Villanueva ubicó el
problema de que “no se lee porque no se difunde” y abogó por la
obra del escritor al hacer algo tan importante como llevar a las
páginas de los libros a las personas de pueblo, a las marginadas.
Estudiante de Filología y parte del curso actual del Centro Onelio,
se incorporó después al debate para opinar que “la gente no sabe
qué hacer con él, porque no se apega a ninguna vertiente donde se
le pueda encasillar”: aunque se le ha enmarcado en sus trabajos de
principios de los años 60, su obra propone un proyecto Cuba superior
a lo que se estaba pensando en esos momentos.
El debate contó con
una amplia participación de público —no precisamente joven en su
mayoría— que aportó nuevos y polémicos elementos. Para López
Sacha, esa indefinición temática de no ser ni realista ni
fantástico lo afectó como a tantos otros escritores que, a pesar de
tener un talento extraordinario —como a José Soler Puig—, no
tuvieron buenas críticas fuera de Cuba y han quedado sin la difusión
que merecen.
Indicó que los
cuentos de Onelio fueron identificados como de lucha social, “cuando
se consideraba que la literatura era denuncia y no indagación del
espíritu humano”, pero existe un lado oculto por el que no ha sido
promocionado y vale la pena conocer. De todas formas, insistió en
que el valor de su obra ha tenido un gran significado en nuestra
literatura, pues su influencia se puede apreciar ampliamente en
narradores posteriores, como Senel Paz, Abel Prieto y muchos otros.
Para Heras León,
ese encasillamiento de Onelio en el realismo aún lo afecta pues los
jóvenes aborrecen esa corriente literaria. Sin embargo, es quien ha
dado uno de los grandes aportes a la cuentística en Cuba al inventar
un nuevo lenguaje, que no ha sido suficientemente bien estudiado.
Para Raúl Aguiar la preocupación debe centrarse en la actualización
de su legado por los nuevos escritores, pues el tema del campo está
regresando a la literatura cubana e indudablemente tienen que
regresar a Onelio y estudiar lo que puede aún enseñarles.
También se
escucharon otras experiencias, como la de una narradora cubana que
vive en Suiza donde ha podido constatar que “Onelio está más vivo
que nunca” y que su legado es imprescindible para teatristas y
narradores; la trascendencia de llevar su obra a otras formas
audiovisuales, como el dibujo animado; o una antigua funcionaria de
Cultura que conoció en el escritor una gran sencillez y una pasión
por la juventud y por el arte, con la capacidad de ambos para
transformar al ser humano.
Al cerrar la sesión,
Víctor Fowler dejó el debate en punto y seguido con una serie de
“inquietudes fascinantes” sobre las que habrá que seguir
profundizando. Se refirió a dos invisibilidades sufridas por Onelio,
que fueron analizadas por los panelistas y participantes: una en su
época, cuando no fueron capaces de conocer el segundo Onelio y solo
aquel que se correspondía con el tipo de narrativa del canon, y la
otra en la actualidad, con su casi nula difusión y ausencia de
crítica literaria.
Sentenció que “no
podemos a voluntad fabricar el mundo que queremos tener” y lo que
se necesita es “entender la época”, pues junto con ella cambian
también los consumos culturales. Por lo tanto, es preciso
“reinventar a Onelio, leerlo desde otro ángulo” o, cuando menos,
“que existan espacios donde se pueda conocer que hay otras
posibilidades de leerlo”, reafirmó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario