Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=8227
En un emotivo
homenaje a la figura de Enrique Bonne –músico y compositor
santiaguero que ha devenido leyenda de la cultura cubana, creador del
ritmo pilón y de muchas de las más populares guarachas y boleros
que se escuchan en Cuba– se transformó la presentación del
documental Bonne: un legado musical, del realizador cubano Manuel
Jorge.
Al mediodía del
lunes 22 de setiembre acudieron a la sala Rubén Martínez Villena de
la UNEAC importantes figuras de la música cubana, familiares, amigos
y personas que le admiran para recibirlo a su paso por la capital y
compartir con él algunos minutos. Le entregaron presentes el
vicepresidente de la UNEAC Pedro de la Hoz, junto al presidente de la
filial de la organización en Santiago de Cuba Rudolfo Vaillant, y
Lucía Sardiñas por el Ministerio de Cultura..
El musicólogo Juan
Piñera expresó el honor que sentía al presentar a un hombre cuya
“humildad lo hace grande” y que “ha transformado en hecho
artístico lo cotidiano”. El director del documental también tomó
la palabra para agradecer a la familia Bonne que les hayan dejado
entrar a su casa y a su intimidad, invitando a todos a disfrutar del
resultado.
El audiovisual
–producido por el Centro de Desarrollo del Documental “Octavio
Cortázar” de la UNEAC –hace un sintético y acertado recorrido
por los momentos principales de la vida y la obra del destacado
artista, particularizando en algunas de sus observaciones sobre el
desarrollo de la música popular cubana desde los años 50.
La coordinadora y
responsable de la producción general del documental, Esther García,
comentó posteriormente que el trabajo fue realizado en Santiago de
Cuba en el momento que el protagonista celebraba sus 88 años, con un
homenaje en la Sala Dolores. “El testimonio de Enrique, de su
esposa Juana, de sus hijos, sus amigos, el sonar de sus tambores en
los estudios Siboney, las calles de Santiago, sus pobladores y, en
especial, su música, llenan de emotividad y esplendor este homenaje
que hemos querido hacer a nuestro admirado y querido amigo”,
indicó.
.
Durante los 28
minutos de documental el propio Enrique habla sobre el inicio de sus
inquietudes musicales a los 8 años, su primer trabajo profesional en
1951, su entrañable amistad con Pacho Alonso –de quien con
modestia dice que “fue muy considerado” con su música o que
“echó a caminar” su ritmo pilón–, además de escucharse
varias de sus melodías, interpretadas por grandes orquestas como la
de Pacho Alonso y los Bocucos, Estrellas Cubanas, el Órgano Oriental
y la Aragón. Así se intercalan junto a las entrevistas los
reconocibles acordes de Que me digan feo, El que no haya pecado que
tenga cuidado, Dame la mano y caminemos, Yo no me lo robé vigilante,
Si me falta el carnaval...
Pero el documental
se detiene precisamente en el carnaval –a cuya Comisión le dedicó
casi tres décadas como director de espectáculos artísticos–, en
el grupo que creó desde 1961 con sus inigualables tambores y en la
conga santiaguera para resaltar el orgullo que siente por su trabajo,
que todos reconocen como un legado singular a la música popular
cubana.
.
“La amalgama de
sonidos que se expresan con tanta fuerza en la conga –que viene de
las tumbas francesas y de los toques religiosos de los negros
africanos–, eso es lo que hace la rítmica de Santiago tan
peculiar”, dice con visible emoción. “Se hace sobre la base de
como suenan los pies cuando se arrastran...”, y lo demuestra, para
insistir en que ninguna otra conga del país suena igual, ni en La
Habana. “¡Es la forma de sonar Santiago!”, concluye convencido.
Y se contagia la
sala con el ritmo de sus tambores y de la conga santiaguera que lo
acompaña dondequiera que va, ahora de regreso a la ciudad que lo
acoge como un hijo esencial.