lunes, 22 de septiembre de 2014

Vuelven las tardes de "Confluencias"



Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=8219

Una breve presentación audiovisual de Visualeer –que recordó los versos del conocido poema «Felices los normales», de Roberto Fernández Retamar, y «Strangers in the night», del joven poeta villaclareño Sergio García Zamora– marcó el reinicio, en la tarde del viernes 19 de septiembre en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC y con frecuencia trimestral, de un espacio de poesía añorado por muchos: Confluencias.

Surgido hace años como una iniciativa de la Asociación Hermanos Saíz, se había convertido en un viejo sueño a ser retomado y uno de los planteamientos expresados durante el reciente VIII Congreso de la UNEAC, como espacio donde confluyen poetas de dos generaciones que continúan aportando en nuestro país desde sus particulares estilos y experiencias.

La presencia de ambos poetas en el encuentro fue calificado como un comienzo “de lujo” por Alberto Marrero, Presidente de la Sección de Poesía de la Asociación de Escritores de la UNEAC, principal patrocinadora junto al Instituto Cubano del Libro y la AHS. La presentación estuvo a cargo del escritor Jorge Ángel Hernández, quien logró mantener como anfitrión un fluido y desenfadado diálogo con los invitados.

Retamar: “Cualquier situación puede ser motivo de acercamiento a la poesía”

Había la pequeña burguesía,
La burguesía compradora,
Los latifundistas,
El proletariado,
El campesinado,
Otras clases,
Y tú,
Toda temblor, toda ilusión”.
(Madrigal, Roberto Fernández Retamar)

Jorge Ángel presentó el trabajo de Roberto Fernández Retamar (La Habana, 1930) como “imprescindible en la literatura cubana”, que ha trascendido desde sus inicios para convertirse en “una obra que reporta a la sociedad sin dejar de partir de la creación misma, en su evolución tanto en la poesía como en la ensayística”.

Presidente de Casa de las Américas y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, además de la Real Academia Española, obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1989 y numerosos reconocimientos, como la Medalla Oficial de las Artes y las Letras de Francia, la Orden Félix Varela de Primer Grado y la Orden José Martí. Fundador de la UNEAC y del Centro de Estudios Martianos, es Doctor en Filosofía y Letras y en Ciencias Filológicas, ha publicado e impartido clases en numerosas Universidades de Cuba y el mundo, muchas de las cuales le han entregado el Doctorado Honoris Causa.

El presentador destacó en sus poemas lo que el propio Retamar definiera como la “circunstancia de la poesía” –que sirviera de título a uno de sus poemarios en los años 70–, porque pueden descubrirse inspiradas en situaciones “quizás no tan poéticas, demasiado personales, incluso locales o efímeras... pero al paso del tiempo y releerlas ya no importa tanto la circunstancia”.

Al respecto, el poeta respondió que el título de su poemario se trataba de un juego intertextual, en relación con la “poesía de circunstancia” como centro de la creación poética. Sin embargo, reafirmó su convencimiento de que “no hay circunstancia, objeto, realidad, por pequeña o efímera que sea o parezca, que no es digna de ser tocada en un poema que quizás, si los Dioses son propicios, sobrevive a esa coyuntura”.

Preguntado sobre la posibilidad de extinción de la llamada “poesía social”, sobre la cual Retamar ha profundizado en sus estudios y ha reflejado en sus poemas, consideró que no hay ningún tipo de poesía que esté necesariamente en extinción: “hay circunstancias y épocas más propicias para determinado tipo de poesía... y no me parece que esta sea una época para ella.”

La abarrotada sala Villena tuvo el privilegio de escucharle leer varios de sus poemas, como Los que se casan con trajes alquilados, Súplica del ciego, Biografía – dedicado a Julio Cortázar –, Como a ellos y Si quiere un tonto saber. Pero antes de su lectura agradeció compartir la tarde con Sergio García Zamora, de quien leyó su obra en el más reciente número de la revista Amnios y le valió para apreciarlo como “un auténtico poeta, quien además es joven”.

Sergio García Zamora: “El poeta se debe al ser”

En alguna playa de Miami o Tenerife
hablas hasta convencerlos y convencerte
sobre lo inútil de tu regreso, es decir,
contra la pamplina del hombre
que alega buscar su raíz.
No te harán caer en la nostalgia fácil:
patio de escuela donde jugabas al trompo,
palmas vistas desde un tren a toda marcha.
No sientes lo que llaman patria.
Ya no sientes
(El otro, Sergio García Zamora)

La primera pregunta de Jorge Ángel a Sergio García Zamora (Esperanza, Villa Clara, 1986) estuvo dirigida a destacar que, aunque su trabajo hace “guiños” con lo que está en el ambiente literario de su generación, se desmarca de esa tendencia. El poeta respondió que no cree ser ni muy distinto ni muy igual, “simplemente me preocupa ser; escribir, escribir y escribir... como una forma de vida”. Y dijo que le place mucho hacerlo, enfrentarse a la página en blanco y “al final de la noche, encontrarme con la epifanía”.

En la actualidad, Sergio es uno de los jóvenes poetas cubanos más laureados en el país, recibiendo los premios Poesía de Primavera, Mangle Rojo, Calendario, Fundación de la Ciudad de Santa Clara, Emilio Ballagas, La Gaceta de Cuba, entre otros. Es graduado de Filología en la Universidad Central de las Villas “Marta Abreu”, ha publicado numerosos libros en Cuba y ha colaborado con revistas de Honduras, Puerto Rico, Guatemala y México.

Sobre la fuerza filosófica interna que puede apreciarse en sus poesías y la profunda cultura que le caracterizan, confesó haber sido en la Universidad un admirador de la historia de la Filosofía, a tal punto que cuando salía del aula sentía que la vida le había cambiado. “Los filósofos son una fuente inagotable de poesía”, reafirmó.

Pero, más allá de eso, indicó que sus ansias de conocimiento han sido inagotables y “desde los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca hasta los textos de San Juan de la Cruz, que no pretendían ser poesía y lo eran”, le fascinó saber de todo: de física, de las nuevas corrientes de pensamiento del mundo científico, de la teoría de la complejidad. “Un perpetuo asombro es el que quiero vivir”, expresó convencido de que la poesía y la filosofía “son formas de entender y codificar el mundo, igualmente válidas y bellas”.

Leyó varios de sus poemas –como «Plenitud del ciruelo», «Retrato de la madre con pavorreales», «Bosque de tilos en la noche», «Pensando en los peces de colores»,«Conocimiento de causa», «Los reclutas» y «El otro»– y se vendieron libros de ambos autores.

Al final, como en los primeros minutos del encuentro, también se escuchó la música del guitarrista Rodney Howard Vázquez para concluir una enriquecedora tarde de Confluencias que volverá a abrir sus puertas el próximo diciembre con otra atractiva propuesta.

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