miércoles, 18 de febrero de 2015

Centenario del maestro-poeta Raúl Ferrer


Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=8652

Con los acordes de la conmovedora balada Romance de la niña mala, musicalizada por Pedro Luis Ferrer, se inició en la mañana del martes 17 de febrero,  en la sala Rubén Marinez Villena, el Foro de los Escritores, organizado por la Asociación de Escritores de la UNEAC, durante los días de la Feria del Libro. La evocación tenía el objetivo de comenzar este año con un homenaje al poeta y pedagogo Raúl Ferrer en su centenario.

"Pocos poetas pueden darse el lujo de que el pueblo recuerde su obra como sucede con el Romance de la niña mala", dijo el también poeta Waldo Leyva desde el panel organizado para la ocasión, al destacar su trascendencia en la poesía cubana. “No se dejaba vencer: era el optimismo personalizado. Enseñó, tanto en la pedagogía como en la poesía, que no se podía andar con miedos por la vida, temerosos de decir lo que se piensa”, indicó.

El otro panelista, el poeta y ensayista Juan Nicolás Padrón, confesó que tuvo la suerte de que, como editor, su primer autor fuera Raúl Ferrer, a quien calificó de “hombre excepcional”, afable y entrañable, con una asombrosa vitalidad y un proverbial buen humor. “Fue maestro y poeta, de la escuela y de la vida”, expresó al resaltar su carácter alegre, vital, afectuoso y pícaro, que usaba el humor, la travesura campesina y, “como buen martiano, esquivo al dogma”.

Ambos escritores destacaron la labor de Ferrer como pedagogo, en su afán de defender la educación como vía para llegar a la cultura y tratando de que la escuela se parezca cada vez más a la vida. “Comenzó como maestro primario en el batey de un ingenio azucarero y llegó a ser asesor internacional de la UNESCO para la alfabetización”, señaló Padrón para reflejar su trascendente obra pedagógica, en la que creyó de forma particular: “concibió la educación como ciencia y como arte, que es la aspiración y el reto aún de la pedagogía actual en Cuba”.

Al mismo tiempo, resaltaron que una de sus virtudes principales era la de tratar a los demás como un amigo, sin importar la responsabilidad que ocupara en el gobierno: a pesar de haber sido Viceministro de Educación y el artífice de la campaña de alfabetización en Cuba en los años 60 y, posteriormente, con la campaña por la lectura, nunca olvidó sus raíces.

Con una obra semejante se suscitó desde el público asistente – entre quienes se encontraban viejos alumnos y amigos de Raúl – un debate sobre el estado y la importancia de retomar la educación en el país desde preceptos frescos y útiles para llegar a las nuevas generaciones.

Se escucharon anécdotas y opiniones como que su éxito como maestro fue defender una pedagogía “práctica”, que su vitalidad lo hacía saltar generaciones, que promovía la utilidad de la escuela para ubicarse en el centro de la actividad de la población, involucrada en los problemas de sus pobladores, su valentía frente a la dictadura batistiana – con la osadía de organizar un homenaje en Alquízar a Villena en plena dictadura – e incluso que hacía poemas con los teoremas matemáticos para que sus alumnos lo aprendieran de forma agradable.

“Recordar a Raúl es recordar un ejemplo de vida”, indicó Waldo Leyva ante su enseñanza de creer en la poesía y en la vida, para mejorarla y para que las nuevas generaciones sintieran orgullo por Martí y por ser cubanos. “Recordar su centenario es importante, pero más trascendente será darle el espacio que se merece”, resaltó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario