martes, 19 de diciembre de 2017

El racismo y sus desafíos en la sociedad cubana



Tomado de: http://www.uneac.org.cu/noticias/el-racismo-y-sus-desafios-en-la-sociedad-cubana
El coloquio El color cubano hoy: situación, alcances y perspectivas, organizado porla Fundación Nicolás Guillén y la Comisión Aponte en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC, tuvo en la tarde del miércoles 13 de diciembre un espacio de intensa reflexión con la ponencia y los apuntes al margen del Dr. Jesús Guanche bajo el título “Contra las discriminaciones raciales y el racismo: situación, desafíos y perspectivas”.
Al partir en su análisis del desafío mayor que ha tenido la Revolución cubana para tratar de convertir una sociedad colonial y neocolonial en otra que tenga a la igualdad y la participación plenas como centro de su atención, Guanche profundizó en las complejidades que conlleva el cambio de mentalidad ante un reto esencialmente cultural.
No cabe dudas que no hay otra manera de enfocar el tema que no sea de forma diversa y multidimensional, cuando hay tantos factores que la determinan. El racismo sobrevive, aunque no de manera estructural, desde la existencia de grupos con mayor desventaja social —a pesar de los esfuerzos realizados para tratar este problema— hasta la manera de interpretar el color de la piel o el tipo de pelo, con la necesidad de sobrepasar las barreras subjetivas que han creado siglos de estereotipos y muchos elementos exógenos que nos identifican.
Indicó que en Cuba llamar con las palabras “negro” o “chino” generalmente no tiene una connotación despectiva o racista, como suele suceder en otras partes del mundo, depende de la situación particular —el texto y el contexto— en que se manifiesta su expresión. Sin embargo, el propio Fidel identificaba, desde los mismos comienzos de la Revolución en el año 59, que el racismo sería uno de los problemas más complejos y difíciles a enfrentar.
“Al racismo, como ideología, tenemos que combatirla en todos sus frentes”, recalcó y lamentó la forma en que se manifiesta, a veces de forma solapada o ante la vista de todos, como por ejemplo: con la utilización común del término “raza”, o la conmemoración del “día de la raza”, cuando se sabe que el ser humano es una especie no clasificable en razas; o las campañas turísticas contratadas en otras latitudes, que están llenas de estereotipos e ignorancia hacia el tema y manifiestan inevitablemente una visión excluyente y racista; o las publicaciones de revistas publicitarias sobre Cuba, “colmadas” de ejemplos discriminatorios.
Valoró que ya existe una conciencia a todos los niveles del país sobre esta problemática y no se trata de un tema silenciado: en los últimos años se han abierto muchos espacios de debate y análisis y hasta se han dedicado dos mesas redondas de la televisión nacional a incursionar en estos problemas. Destacó el trabajo de la Fundación Fernando Ortiz, la revista Caminos, el proyecto La Ruta del Esclavo, los cientos de proyectos comunitarios, la labor desarrollada en provincias por investigadores y muchos otros. Sin embargo, se mantiene la urgencia en su reconocimiento y en el tratamiento público, sobre todo en los medios masivos nacionales, pues donde más se puede ver su tratamiento es en las redes sociales y no todos tienen el mismo nivel de acceso a ellas.
“No podemos esperar que los problemas nos golpeen en la cara, o que nos impongan la agenda desde afuera”, recalcó para señalar que, sin convertir el tema en psicosis, catarsis o en un “mea culpa”, de lo que se trata es de neutralizar la improvisación y aportar para que las instituciones puedan elaborar políticas que superen la herencia racista y dignifiquen al ser humano,con una acción participativaque impida a los mecanismos burocráticos de sectores intermedios que se contradigan con los aportes científicos y sociales. “Queda mucho por hacer, pero no partimos de un silencio total. La labor está en el ser y el hacer, no en el parecer”, señaló.
Otros temas relacionados que desarrolló con amplitud fueron el uso de este tema como parte de la campaña propagandística y de subversión contra Cuba, la participación cubana en la Convención de la UNESCO sobre diversidad cultural, la capacidad del desarrollo sostenible a nivel comunitario y el impacto social que puede tener contra el racismo, la presencia femenina en el legado africano con la participación activa de mujeres en diversas poblaciones —heroínas, esclavas cimarronas y en todas las esferas de la sociedad—, el problema económico que genera desigualdades sociales y sus repercusiones, la capacidad generadora de los gobiernos locales con el turismo cultural comunitario —o “el valor de lo local en el concepto de la patria” —, etc.
La intervención de los presentes al final de su presentación trajo a debate otras aristas sobre el particular, como el trabajo deficiente observado en el más reciente censo de población y vivienda, a partir de que algunos dirigentes no entienden aún la importancia de considerar el color de la piel en las estadísticas —las cuales deben ser socio económicas, para esclarecer o visualizar los problemas sociales en los datos que se ofrecen—; los daños de la discriminación geográfica cuando, en combinación con la racial, se invisibilizan tantas dificultades de la sociedad cubana; la falta de personalidad jurídica entre numerosos grupos y proyectos que han dedicado su vida y su obra, a veces por más de un siglo, al estudio y la promoción del aporte africano a nuestra cultura; entre otros.


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