Publicado en: http://www.uneac.co.cu/index.php?module=noticias&act=detalle&id=7279
El Poeta Nacional cubano estuvo de cumpleaños este
10 de julio. Nicolás para los más allegados, Guillén para este pueblo que aún
lo recuerda con cariño, lo respeta y lo admira, aún tiene mucho que decirnos
en pleno siglo XXI, a 111 años de su nacimiento.
El homenaje de la UNEAC —su organización, la que él
fundara en 1961 junto a un grupo de intelectuales revolucionarios— empezó
temprano en la mañana, con una ofrenda floral ante la escultura que le
recuerda en el jardín de la casona de 17 y H. Le acompañaron Abel Prieto y
Miguel Barnet, junto a trabajadores y miembros de la organización, previo al
primer encuentro de la Comisión Preparatoria del próximo VIII Congreso de la
UNEAC, que no por gusto escogió este día para reunirse.
En la tarde continuó el tributo y nada mejor que un
Coloquio para analizar su legado, organizado por la Fundación que lleva su
nombre, en donde se celebró no solo su cumpleaños sino también el aniversario
60 del asalto al Cuartel Moncada. Porque, sin dudas, Revolución y Guillén
están indisolublemente ligados.
El panel Todo empezó de esta
manera, alegórico a su espíritu fundacional, incluyó a la investigadora Ana
Cairo quien disertó sobre “Los 40 y 50 según Guillén”, a Denia García Ronda
que habló sobre “La paloma de vuelo popular: Exilio y Víspera”
–rindiendo tributo a este trascendental poemario de su obra literaria, en su
aniversario 55 de publicado– y a Guillermo Rodríguez Rivera quien profundizó
en un tema ineludible: “Guillén y la Revolución cubana”.
De tanto que se ha hablado y leído a Guillén,
pudiera parecernos que lo conocemos todo, pero nada más alejado de la
realidad. El propio Nicolás Hernández Guillén, nieto del poeta y Presidente
de la Fundación, se alegró de que los panelistas no recorrieran caminos
trillados y analizaran nuevas aristas, que ayudan a seguir profundizando en
su estudio para las nuevas generaciones de cubanos.
Ana Cairo planteó temprano el reto al analizar en el
trabajo poco conocido del poeta entre las décadas del 40 y 50 del pasado
siglo, cuando se mueve entre dos zonas muy vinculadas, como vasos
comunicantes: el periodismo y la poesía. La trascendencia de su obra en ese
momento es como cronista de la época, que se convierte en lectura obligada
para quien quiera entender la Cuba de ese período. Aseveró que, participando
de esa forma en la vida social cubana, los gobiernos de Grau San Martín y
Prío Socarrás se pueden estudiar de una forma deliciosa a través de sus
escritos.
En su análisis, Ana Cairo fue más atrás, cuando se
forjó esa faceta de Guillén, al trabajar como Jefe de Redacción en la revista
humorística El Loco del año 1934,
realizando humorismo y sátira con claras alusiones a la política de entonces.
Posteriormente, desarrolló su labor periodística profesional en la revista Mediodía, donde escribía artículos y décimas con incidencia social. Todo ello
sirvió de entrenamiento al magnífico cronista en que se convirtió,
desarrollando una gran habilidad para seleccionar la información y reseñar,
con maestría singular, los sucesos más interesantes del día o la semana en el
país.
Destacó además la gran sensibilidad que tenía
Guillén para la política, hacia la cual sentía mucho entusiasmo. Ello abrió
una interesante observación en la vida del poeta: la estrecha relación que
existió entre el Che y Guillén, dos hombres tan diferentes y entre los que
indudablemente surgió una gran empatía. Tal vez porque al Che –hombre de
política– le interesaba mucho la poesía y a Guillén –hombre de poesía– le
interesaba tanto la política, señaló.
En ese sentido, Ana Cairo rememoró que el primer
recital de poesía realizado en Cuba tras el triunfo de la Revolución lo
protagonizó Guillén junto al Che en febrero de 1959, ante los soldados
analfabetos que se encontraban en La Cabaña. Este recital se reeditó en
agosto de 1960, durante un congreso médico al que había sido invitado el Che
y al cual invitó a Guillén, para repetir esa experiencia.
Como muestra de esa empatía, Nicolás Hernández
Guillén recordó algo que se ha conocido poco: entre las pertenencias que se
encontraron en la mochila del guerrillero se encontraba una agenda de notas
en las que el Che había copiado varios textos de escritores trascendentes y
del que más tenía era de Guillén, con 15 de sus poemas. Por su parte, entre
la creación artística de Guillén se pueden encontrar 5 poemas dedicados al
mítico guerrillero.
Nicolás también se preguntó sobre el posible origen
de esa relación, tal vez porque el Che hubiera conocido la obra de Guillén
desde Argentina, donde ya era conocido hacía años. A partir de una reflexión
que hiciera Guillermo Rodríguez Rivera, sobre la estancia de Guillén en
Guatemala durante el gobierno de Jacobo Arbenz, también surgió la posibilidad
de que se hubieran encontrado entonces, cuando coincidieron los dos durante
los momentos revolucionarios de esa nación centroamericana. Conjeturas aún
por investigar en la vida del poeta.
Por su parte, Denia García Ronda, al analizar el
poemario La paloma de vuelo popular, profundizó en el optimismo consciente que se desbordó siempre de la obra
de Guillén, reflejo de su firme convicción ante el cambio revolucionario en
Cuba, de la inevitable victoria de las fuerzas progresistas en el país en
poco tiempo. La publicación de este libro en Buenos Aires tres días antes del
triunfo de la Revolución fue una premonición de lo inevitable –que ya habría
anunciado desde 1951 en Elegía a Jesús Menéndez– y un saludo a la
victoria.
Calificó este poemario como “el libro del exilio de
Guillén”, escrito durante su peregrinar por diferentes países en la segunda
mitad de la década del 50, agravado por “manos en la sombra” que lucharon
denodadamente por hacerle la vida angustiosa dondequiera que estuviera, por
ser un poeta cubano comunista con gran prestigio internacional. Sin embargo,
destacó que la colección no refleja a un viajero recogiendo experiencias por
donde pasa, sino a un luchador que añora y que confía en el cambio seguro de
su patria.
Esta reflexión dio la oportunidad a Guillermo
Rodríguez Rivera para resaltar la visión política que tuvo Guillén, más allá
de las percepciones que tenía el Partido Socialista Popular –el Partido
Comunista, al que pertenecía–, que avizoró en el movimiento revolucionario
del Moncada y de la Sierra como el eje del cambio en Cuba, el que provocaría
una transformación radical en el país.
En La paloma de vuelo
popular el poeta avizora la Revolución, enfatizó, previendo el “cambio de época”
que tuvo lugar en Cuba y en Latinoamérica posteriormente. A tal punto que,
como recordara Nicolás Hernández Guillén en fecha tan temprana como 1953 su
abuelo le diría a Gabriel García Márquez: “en el panorama cubano la única
esperanza es un joven llamado Fidel Castro”.
Otro tema tratado, que no por conocido tuvo menos
trascendencia, fue el relacionado con el racismo en la obra de Guillén.
Guillermo Rodríguez Rivera, al referirse a la atención de este asunto en los
trabajos del poeta, destacó su firme creencia en la abolición de la
discriminación racial a partir del triunfo de la Revolución y los cambios
sociales que implicaron, lo cual ha debido transcurrir por caminos más
complejos.
Por su parte, Ana Cairo llamó la atención en que tal
vez la amplia difusión que han tenido algunas de sus obras ha creado la
ilusión de que Guillén tenía una idea utópica sobre la eliminación de la
discriminación racial en Cuba. Sin embargo, alertó sobre la necesidad de
continuar profundizando en los textos del escritor, sobre todo en aquellos
que escribió en los años 60 para la agencia de prensa soviética Nóvosti,
donde se observa la claridad que tenía el Poeta Nacional entre la aspiración
de abolir la discriminación racial y las dificultades que enfrentaba la
sociedad al respecto. Otra de las líneas aún por investigar en la vida del
escritor.
La velada culminó con la declamación del poema de
Natacha Santiago Elegía en Carnaval para la palomao
Siempre es 26, dedicado a la memoria de Nicolás Guillén y al asalto al Cuartel
Moncada, y un concierto del grupo La otra mitad, con la interpretación de
algunos de los poemas de Guillén musicalizados.
Un homenaje justo y profundo para quien fue fundador
y poeta, patriota y cronista, revolucionario y trascendente. Para todos quedó
clara la importancia de estudiar a fondo su legado pues, por mucho que nos
parezca conocido, aún quedan espacios que estudiar.
Como sentenciara Nicolás Hernández Guillén, su obra nos entrega mucho conocimiento sobre su visión y sus consideraciones en aspectos fundamentales de la nación cubana, que serán de gran utilidad en estos tiempos para enfrentar las dificultades y prever el futuro. Esa es la entrega más comprometida del artista revolucionario que fue Nicolás Guillén.
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viernes, 12 de julio de 2013
Recordar a Guillén
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