martes, 22 de julio de 2014

El "sincretismo religioso" en Cuba a debate



Si entendemos el sincretismo como un sistema filosófico que logra conciliar doctrinas culturalmente ajenas pero teológicamente similares, ¿fue este el caso de la mezcla de culturas que ha conformado la nación cubana?

Ese fue el centro de atención y de debates de la más reciente tertulia de la Sección de Literatura Histórico-Social, de la Asociación de Escritores, que tuvo lugar en la tarde del pasado jueves 17 de julio en la Sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC. Para ello, se contó con la presentación de dos estudiosos del tema: el antropólogo Nelson Aboy Domingo y el lingüista Sergio Valdés Bernal, quienes aportaron sus ideas desde sus respectivas disciplinas.

El profesor Aboy dictó una conferencia con el título El sincretismo subjetivo afroamericano: “Santería” vs Catolicismo, sus consecuencias, en la cual defendió el concepto de “transculturación” —creado por Don Fernando Ortiz para ser aplicado al novedoso fenómeno del proceso integrador en la fusión cultural cubana— como una visión más amplia para definir esa nueva identidad personal o colectiva que surgió, con personalidad propia y desigual a sus precedentes.

En su intervención, habló del establecimiento de la lengua española como idioma oficial “no solo en su razón social, sino con todo su peso y significado, con sus elementos de juicios y prejuicios, acordes a la moral, la ética, las costumbres y las tradiciones de su cultura”. Como consecuencia, resultó de una mirada ajena que ha limitado la comprensión cabal de los símbolos y códigos culturales de las religiones venidas de África y que ha sobrevivido hasta la actualidad.

Indicó que esto ha conducido a cinco fenómenos lamentables: en primer lugar la “desculturación”, pues con el uso de categorías, terminologías y significados católicos —en sustitución de los autóctonos del culto a los orishas—, se omiten, ignoran y sustituyen los conceptos reales empleando paradigmas hegemónicos de otra cultura religiosa. En segundo lugar, la “mediatización”, a través de la cual se pierden las esencias de la identidad cultural y se cambian por preceptos católicos que no proceden.

En tercer lugar señaló la “colonización del pensamiento” o “catolización”, que implica el conocer e informarnos sobre el culto a los orishas partiendo de los presupuestos culturales referentes del catolicismo —y nunca en sentido inverso—, que “finalmente ha ido permeando, borrando y colonizando la personalidad y los perfiles identitarios en el propio consenso social general”.

En cuarto lugar se refirió al “proselitismo subliminal oportunista”, que ha traído por consecuencia algunas devociones y profesiones de fe con su “conversión” hacia el catolicismo; y en quinto lugar la “confusión y pérdida de la memoria histórica”, al asumirse infinidad de comparaciones superficiales y subestimando definiciones que habían tenido personalidad propia e identidades en las culturas originalmente africanas.

Resaltó que su trabajo no pretende ser una crítica, ni intenta hacer juicios, a practicantes y pueblo en general, sino “un llamado serio a reflexionar sobre la personalidad propia de los cultos de antecedentes africanos y del uso adecuado del término sincretismo”, que se emplea de forma generalizada e imprecisa para calificar y clasificar a los cultos religiosos.

Por su parte, Sergio Valdés Bernal profundizó en la presencia africana en nuestra lengua como soporte idiomático de la cultura y de nuestra identidad nacional. Tras un profundo análisis del legado indígena —del cual no se habla, a pesar de contar con más de 400 palabras esenciales para nuestra comunicación actual—, destacó la herencia africana en el idioma que hablamos, tanto del norte de ese continente —que los propios españoles trajeron, tras haber sido colonizados por casi cinco siglos— como del sur, con el proceso esclavista posterior en Cuba.

Lamentablemente la falta de tiempo y los pocos ánimos de reflexión coartaron la posibilidad de un debate que prometía ser intenso y aleccionador. De todas formas, se logró insistir en que la cultura popular siempre va a traspasar cualquier molde que se le quiera imponer y se destacó la fortuna, en el caso de las religiones de origen africano, de contar en Cuba con un patrimonio escrito desde 1840.

La presidenta de la Sección de Literatura Histórico-Social de la Asociación de Escritores, Ivette García, indicó que —como resultado de las preocupaciones expresadas por sus miembros— estos encuentros continuarán ampliando su horizonte hacia otras esferas, más allá de la literatura histórica, y a partir de septiembre se retomarán las tertulias con temas diversos.

Además, informó sobre la plenaria de la Sección, que tendrá lugar a finales de septiembre; y un encuentro nacional de literatura histórico-social, que se ha planificado para la primera semana de diciembre, que también será el homenaje de la UNEAC al 56 aniversario del triunfo de la Revolución.

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