Si entendemos el
sincretismo como un sistema filosófico que logra conciliar doctrinas
culturalmente ajenas pero teológicamente similares, ¿fue este el
caso de la mezcla de culturas que ha conformado la nación cubana?
Ese fue el centro de
atención y de debates de la más reciente tertulia de la Sección de
Literatura Histórico-Social, de la Asociación de Escritores, que
tuvo lugar en la tarde del pasado jueves 17 de julio en la Sala Rubén
Martínez Villena de la UNEAC. Para ello, se contó con la
presentación de dos estudiosos del tema: el antropólogo Nelson Aboy
Domingo y el lingüista Sergio Valdés Bernal, quienes aportaron sus
ideas desde sus respectivas disciplinas.
El profesor Aboy
dictó una conferencia con el título El sincretismo subjetivo
afroamericano: “Santería” vs Catolicismo, sus consecuencias, en
la cual defendió el concepto de “transculturación” —creado
por Don Fernando Ortiz para ser aplicado al novedoso fenómeno del
proceso integrador en la fusión cultural cubana— como una visión
más amplia para definir esa nueva identidad personal o colectiva que
surgió, con personalidad propia y desigual a sus precedentes.
En su intervención,
habló del establecimiento de la lengua española como idioma oficial
“no solo en su razón social, sino con todo su peso y significado,
con sus elementos de juicios y prejuicios, acordes a la moral, la
ética, las costumbres y las tradiciones de su cultura”. Como
consecuencia, resultó de una mirada ajena que ha limitado la
comprensión cabal de los símbolos y códigos culturales de las
religiones venidas de África y que ha sobrevivido hasta la
actualidad.
Indicó que esto ha
conducido a cinco fenómenos lamentables: en primer lugar la
“desculturación”, pues con el uso de categorías, terminologías
y significados católicos —en sustitución de los autóctonos del
culto a los orishas—, se omiten, ignoran y sustituyen los conceptos
reales empleando paradigmas hegemónicos de otra cultura religiosa.
En segundo lugar, la “mediatización”, a través de la cual se
pierden las esencias de la identidad cultural y se cambian por
preceptos católicos que no proceden.
En tercer lugar
señaló la “colonización del pensamiento” o “catolización”,
que implica el conocer e informarnos sobre el culto a los orishas
partiendo de los presupuestos culturales referentes del catolicismo
—y nunca en sentido inverso—, que “finalmente ha ido permeando,
borrando y colonizando la personalidad y los perfiles identitarios en
el propio consenso social general”.
En cuarto lugar se
refirió al “proselitismo subliminal oportunista”, que ha traído
por consecuencia algunas devociones y profesiones de fe con su
“conversión” hacia el catolicismo; y en quinto lugar la
“confusión y pérdida de la memoria histórica”, al asumirse
infinidad de comparaciones superficiales y subestimando definiciones
que habían tenido personalidad propia e identidades en las culturas
originalmente africanas.
Resaltó que su
trabajo no pretende ser una crítica, ni intenta hacer juicios, a
practicantes y pueblo en general, sino “un llamado serio a
reflexionar sobre la personalidad propia de los cultos de
antecedentes africanos y del uso adecuado del término sincretismo”,
que se emplea de forma generalizada e imprecisa para calificar y
clasificar a los cultos religiosos.
Por su parte, Sergio
Valdés Bernal profundizó en la presencia africana en nuestra lengua
como soporte idiomático de la cultura y de nuestra identidad
nacional. Tras un profundo análisis del legado indígena —del cual
no se habla, a pesar de contar con más de 400 palabras esenciales
para nuestra comunicación actual—, destacó la herencia africana
en el idioma que hablamos, tanto del norte de ese continente —que
los propios españoles trajeron, tras haber sido colonizados por casi
cinco siglos— como del sur, con el proceso esclavista posterior en
Cuba.
Lamentablemente la
falta de tiempo y los pocos ánimos de reflexión coartaron la
posibilidad de un debate que prometía ser intenso y aleccionador. De
todas formas, se logró insistir en que la cultura popular siempre va
a traspasar cualquier molde que se le quiera imponer y se destacó la
fortuna, en el caso de las religiones de origen africano, de contar
en Cuba con un patrimonio escrito desde 1840.
La presidenta de la
Sección de Literatura Histórico-Social de la Asociación de
Escritores, Ivette García, indicó que —como resultado de las
preocupaciones expresadas por sus miembros— estos encuentros
continuarán ampliando su horizonte hacia otras esferas, más allá
de la literatura histórica, y a partir de septiembre se retomarán
las tertulias con temas diversos.
Además, informó
sobre la plenaria de la Sección, que tendrá lugar a finales de
septiembre; y un encuentro nacional de literatura histórico-social,
que se ha planificado para la primera semana de diciembre, que
también será el homenaje de la UNEAC al 56 aniversario del triunfo
de la Revolución.
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