viernes, 11 de octubre de 2013
La literatura como tribuna en el diálogo imprescindible de nuestra sociedad
La presentación del libro de Carlos L. Zamora En la mañana viva o Tan cerca hemos dormido, en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC la tarde del miércoles 9 de octubre, se develó como una muestra más del compromiso del arte con la sociedad en que se desarrolla.
Así lo indicó el autor al decir que su tribuna es la literatura y, desde allí, es donde mejor se expresa para “participar en el diálogo imprescindible que vive nuestra sociedad”, consciente de que “con este diálogo profundo y reflexivo es de la forma en que podemos hacer avanzar el país”.
Su pretensión con el libro, que alcanzara en 2011 el Premio Guillermo Vidal UNEAC de Las Tunas, fue establecer “un período de cambios y de novedad en las relaciones interpersonales, un cambio que existe y necesita perpetuarse para ser revolucionario”. Confesó que, aunque el libro surgió hace años, esas pretensiones se mantienen e indicó el compromiso que ha representado ganar con este libro el Premio que lleva el nombre de un escritor que fue su mentor, su profesor y su amigo.
Al presentar la obra el poeta, narrador y ensayista Jesús David Curbelo, Director del Centro Dulce María Loynaz, la calificó de una “sutil novela política con inteligencia” y confesó que, al referirse a ella, no podía sustraerse de su trama: dos amigos de infancia que se separan cuando uno decide quedarse en un viaje de trabajo a España y, libre de las ataduras del pasado, decide asumir su homosexualidad. Años después, durante el reencuentro, hacen una profunda reflexión de sus vidas donde surgen inevitablemente “esos prejuicios que subsisten en nuestra sociedad desde los tiempos de la colonia, la República y los años de la Revolución” y “las raíces brutalmente machistas” que los soportan.
Aunque existen libros que han tratado el tema, Curbelo destacó que la particularidad de este ha sido manejar el tema de la homofobia desde un ángulo inusitado: la amistad, el debate ideológico y el “pastoreo” de la cantidad de prejuicios que nos acompañan.
Además, resaltó el manejo del tema con una pulcritud de estilo y una limpieza del lenguaje; una trama que presenta un intenso debate político, en el que predomina la amistad, y donde no se guarda rencor político, a pesar de que el personaje ha visto su vida detenida por culpa de los prejuicios sociales. Un mérito especial del libro es que el tratamiento del tema no es una pirotecnia literaria, pues queda claro como enseñanza que “lo importante no es la tolerancia, sino el respeto a la diferencia”, indicó.
Carlos L. Zamora Rodríguez (Matanzas, 1962) es poeta y narrador, graduado de Filología en la Universidad Central de Las Villas (1985) y miembro activo de la Asociación de Escritores de la UNEAC. Ha sido jefe de redacción de la revista digital Librínsula, que edita la Biblioteca Nacional José Martí y participó en la gestación de las Ediciones Vigía, de Matanzas, y de las Ediciones Bachiller. Fue director de la Biblioteca Provincial de Las Tunas, presidente de la AHS y de la Biblioteca Municipal en Puerto Padre y jefe del Grupo Nacional del Programa de la Lectura.
Ha publicado, entre otros, Estación de sombras (Sanlope, 2001), que fuera Mención en el Concurso Internacional de Poesía Nicolás Guillén –convocado en México en 1999–, la antología El amor como un himno. Poemas cubanos a José Martí (Centro de Estudios Martianos, 2008) y el poemario Cada día la eternidad (Unión, 2011). Ha recibido el Premio del Concurso Cuentos de Amor (2000) y el Premio Décima Joven de Cuba (1996).
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